lunes, 28 de diciembre de 2009

Asturias dormida

Vuelvo a Asturias por Navidad.
Viajo en Alsa. Para llegar a Asturias desde Castilla por carretera, la única forma es cruzar una autopista de peaje. Es igual que la ley lo prohíba. Hace dos o tres años el gobierno de Asturias prorrogó a la empresa concesionaria la gestión de esa autopista. Casi nadie dijo nada. Parece que no había dinero para ello.
Llego a casa y en la televisión tienen sintonizada la TPA. Creo que hasta tiene dos canales. Para una televisión autonómica sí hay dinero.
La TPA es una televisión light y un pelín cutre. Tenemos publicidad -mucha-, programas imitando lo que se lleva en otras teles -del estilo Madrid Directo u Operación Triunfo- pero hechos con menos medios y peor calidad, hay un montón de programación de comedia costumbrista asturiana -no lo sé definir mejor, el bable (ahora llamado asturianu) que tan denostado estaba, ahora parece que hace gracia, así que hay un equipo de actores de calidad desigual entre ellos, que se dedican a hacer imitaciones de los "paisanos" asturianos-. Además de la publicidad, de los programas copiados y de la comedia en asturianu hay informativos.
Los informativos tienen una marcada línea gubernamental. No sale el presidente de la Comunidad inaugurando pantanos porque no se lleva.
A lo que voy. En Asturias trabajando han quedado los que han conseguido alguna plaza de funcionarios o similar, los que han tenido la fortuna de contar con un enchufe, los que han heredado los negocios familiares y una minoría que ha podido conseguir trabajo sin familia, enchufes u oposición.
En estos informativos el 90 por ciento de las noticias hablan de subvenciones, ayudas, becas, concursos, fomento, ployectos de de dinamización, protección social, planes de recuperación, observatorios laborales y demás mierda que sólo esconde el vacío y  la falta de futuro.
Aparece un "joven artista" que ya ha cumplido los 30 hace tiempo. Mientras habla aparecen imágenes de sus fotografías. Sin entender demasiado, yo las calificaría de mediocres. Le preguntan por su pasado. Habla de concursos, de accesits. Le preguntan por su futuro, habla de concursos de remotas posibilidades de alguna exposición en algún centro social o cultural. Habla de un programa para jóvenes del que, aunque se le pasó el plazo para presentarse, le avisaron desde la consejería que lo hiciese en otra sección y bla bla bla.
Estoy seguro que ese tío no ha ganado un duro con la fotografía sin intervención autonómica o municipal en su vida.
Apuesto un ojo a que ese piensa que el Principado de Asturias o el Ayuntamiento de donde él es natural, tiene que mantenerlo o al menos ayudarlo, porque lo que él hace es cultura. Y la cultura debe estar subvencionada.
Lo ha mamado desde tan pequeño que lo ve como algo natural. Como un fumador encender un cigarro en un restaurante, como un automovilista no detenerse en un paso de cebra o como un funcionario leer el periódico en horas de trabajo.
Seguro que dedica una parte importante de su tiempo a buscar subvenciones y exposiciones públicas. Y seguro que esa parte se la quita a mejorar en su técnica o en sus conocimientos fotográficos.

Sigo viendo la tele. Aparece un músico y editor de un anuario de música asturiana. Dedica su intervención a quejarse del poco respaldo institucional que tiene la música "fecha n'asturies".

Sigo viendo la tele. Se va a votar si en el consejo de adminsitración del Real Oviedo debería  haber una plaza que represente al "consistorio ovetense". El Real Oviedo presenta un enorme déficit en el 2009. (El Real Oviedo es una sociedad anónima).

Sigo viendo la tele. Encuentros musicales, Proder, el dueño de una copisteria de Cangas de Narcea explica cómo pudo modernizar sus máquinas gracias a una ayuda a fondo perdido, se pone la primera piedra de unas instalaciones para el nuevo "vivero de empresas" de la zona norsurorioccicentral, exposición en el casino de Puerto de Vega paga el Banco Herrero, "un sindicalista hace balance del 2009, Jornaes Gastronómiques" del pulpo, el oricio y el cordero a la estaca, diálogos para la dinamización de las cuencas, Cajastur patrocina el campeonato de cuatreada para que los prejubilados hagan deporte -que no todo va a ser vinos y sidra-... y así.

Salgo al bar de mi pueblo. Algunos se han quedado sin trabajo. Su apuesta es preparar oposiciones. Sumarse al problema en vez de a la solución.

Lejos, en Madrid, en Barcelona, en Canarias, en Londres, en Bruselas, en Nueva York, en Pekín o en Sidney, miles de asturianos se levantan a primera hora de la mañana. Unos son ingenieros, otros médicos, enfermeras, empresarios... La mayoría viven en otro idioma distinto al suyo. Trabajan en el sector privado y están a merced de empresas que buscan el benefición rápido, de jefes cabrones, de un mundo hiper-competitivo. Cuando las empresas para las que trabajan van mal, sufren expedientes de regulación de empleo o despidos. No tienen un ente público que los coja de la mano y les dé el biberón.
Por la noche vuelven a sus casas -sin subvención y sin ayuda al alquiler- e intentan vivir una vida sin amparo social, pero pagando de sus impuestos los lujos para otros que están ocupando su lugar.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Ruido

Recuerdo que cuando era pequeño, al despertarme en la habitación casi a oscuras, notaba que lo que veía estaba formado de diminutos puntitos.
Supongo que con la aceleración propia de ir cumpliendo años me había olvidado totalmente de ese aspecto visual. Hace una semana, un día que no tuve que ir a trabajar, contemplé que efectivamente los millones de puntitos habían vuelto. Supongo que los puntitos siempre han estado allí pero durante años no he tenido tiempo de fijarme en ellos.

Otra de mis paranoias era que a veces sentía como si la respiración no me surgiese espontáneamente, que tuviese que ser yo el que tenía que ocuparme de hacer el esfuerzo de inspirar y expirar. Eso no me ha vuelto a suceder.

Recuerdo que se lo contaba a mi padre y como él pasaba de mí absolutamente. Por lo de los puntitos me llamaba cegato y por lo de la respiración me decía que se debía a que yo era tan vago que me costaba hasta respirar.
Eran los padres de antes.

Si yo algún día tengo un hijo y me dijese que tiene esos dos mismos problemas, primero me alegraría mucho porque eso querría decir que realmente es hijo mío.
A lo de la respiración le diría que se trata de stress infantil, que no se preocupe y que aprenda a vivir con él mientras se transforma en stress adolescente, juvenil, maduril y senil.
Y a lo de los puntitos, tengo muy claro lo que le diré. Que no son puntitos sino imágenes compuestas de unidades mínimas de información llamadas píxeles. Cuando la luz no es suficiente, el escaso rango de información hace que esos píxeles se junten para formar grupos con el mismo color y luminosidad. Que no se preocupe, que se llama ruido.

A mí me gustaría que mi padre me hubiese tranquilizado explicándome eso. Aunque, claro, como yo nací en los 70 todo era más analógico. Yo no veía ruido. Yo veía grano. Lo cual, dicho sea de paso, resulta bastante más fotográfico.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Nada

Fue un Sábado del mes de Julio de 2.007.
Yo había llegado de Madrid el día anterior y viajaba en un autobús desde Oviedo hasta Villapedre. Ese día se casaba mi hermana.
Creo que ya a la altura de Querúas o quizás antes, una chica de unos diecisiete o dieciocho años se levantó para preguntarle al conductor si esa era su parada.
El conductor le dijo que no, pero no le aclaró cuál sería, quizás -mi memoria es terriblemente mala- le dijo que esperase a Luarca y que cambiases el equipaje de lado. Tal vez era eso lo que preguntaba la chica, si debía cambiar el equipaje del lado izquierdo del maletero al derecho.
La chica estaba un poco nerviosa, tenía acento de fuera, del sur.
Yo iba sentado en el primer asiento, detrás del conductor.
Creo que antes de llegar a Luarca ella se levantó para volverle a preguntar. El chófer tenía un acento muy marcado de la zona noroccidental -siempre me ha dado la impresión que es como si el aire se les escapase entre los dientes- y la chica no entendía ninguna de las respuestas cortas y rápidas que él le daba. Pero por educación no volvía a preguntar.
Decidí intervenir y hacer de traductor para tranquilizar a la chica.
Cuando salimos de Luarca, la chica vino hasta mi asiento y me dijo que se iba a sentar conmigo. Quizás le pareció que yo fuese la única persona del autobús con la que se podría comunicar.
Me contó que iba a Piñera. Yo le dije que me paraba antes pero que enseguida llegaba su parada, creo que era la siguiente.
Me contó que era -no recuerdo si venezolana o colombiana- y que llevaba unas semanas viajando por Europa. Había acabado sus estudios medios y ahora iba a empezar a estudiar una carrera. Aún no sabía si en España o en su país. Creo que la carrera era medicina.
Había estado en Francia y ahora venía a pasar un fin de semana en casa de unos tíos. Me preguntó si conocía Piñera, porque no sabía adónde ir cuando el autobús la dejase-creo que ella suponía que Piñera sería más grande de lo que realmente es- allí estaba la casa de unos tíos y no irían a recogerla porque decían que la casa estaba al lado de la parada.
Yo le dije que lo único que conocía era la casa de Campoamor -es muy fácil de verla desde la carretera ya que es completamente distinta a las demás del pueblo-. Por los datos que le di resultó que esa era la casa de sus tíos.
Ella no conocía a Campoamor, yo le mencioné lo del mundo traidor y el cristal con que se mira. Ella debió creer que yo entendía algo de literatura y me preguntó si conocía a Carmen Laforet.
Yo lo único que sabía de Carmen Laforet es que se había muerto hacía relativamente poco. Que había escrito un libro que se llamaba Nada -el cual esperaba leer algún día- y que con él había ganado la primera edición del premio Nadal con sólo veintitrés años.
La chica me dijo que Carmen Laforet era su abuela.

Hasta hace unos días no he podido leer Nada. Tengo que decir que el libro no me ha gustado demasiado. El existencialismo o realismo o como se denomine esa literatura triste, oscura, angustiosa de la posguerra no es lo mío. Además tiene ese punto femenino de protagonista que no sabe lo quiere que tampoco me enamora.
Aparte de eso la novela es impresionante, sobre todo si pensamos que está escrita por alguien que seguramente cuando la escribió no tenía ni siquiera los veintitrés años.
Se ve claramente que la persona que escribió esa novela era muy inteligente.

Más de sesenta años después sentando en la primera fila de un Alsa, en algún punto entre Luarca y Villapedre, tuve el lujo de sentir que por obra del legado genético aún perdura el eco de la inteligencia de una persona.
Puedo decir que dos años y medio después de compartir escasos diez minutos con esa chica ta joven, aún recuerdo su educación, su clase y su inteligencia.

Al despedirnos en Villapedre, me deseó suerte. Yo también se la deseé a ella, aunque sabía que ya era una chica afortunada.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad

Me gustan las navidades. Tienen un montón de cosas bonitas: el frío -este año la nieve-, volver a casa, la familia, la comida, el ambiente...
Pero ayer, Nochebuena, fui al entierro del padre de un amigo. Supongo que de ahora en adelante a esa familia la Navidad le traerá un recuerdo malo.
Otro amigo dice en su blog que no le gusta la Navidad. Me dicen también que otro va a pasar sólo la Nochebuena porque la considera el día más triste del año. Yo mismo, durante una época, sentí la Navidad como unas fechas desagradables.
Es cierto que la soledad -o la percepción que tenemos de ella- aparece más clara -o nosotros estamos más sensibles- que el resto del año.
No sé exactamente a dónde quiero ir con este post. Creo que quiero decir que si bien es cierto que un acontecimiento como es la muerte de alguien querido te puede arruinar estas fiestas durante varios años, el simple hecho de odiar la Navidad -o cualquier época, o cualquier lugar, o a cualquier persona- poniendo como pretexto el daño que alguien te ha hecho, o tu situación personal, sentimental, laboral, económica... no es justo contigo mismo. Caer en la melancolía y castigarse y decidir que un tiempo del año es triste sólo porque no tenemos todo lo que anhelamos, creo que no está bien.

Hay una canción de Springsteen que dice algo así como que hay que romper con las cosas que nos hacen sufrir. El error es querer romper con el lugar o el momento en el que sentimos ese dolor y no con sus causas.
Nadie debería odiar la Navidad. Nadie debería seguir atándose a lo que le hace sufrir.

Y aquí concluye el post con menos sentido y más deslavazado que he escrito en mi vida. Me gustaría saber explicarme mejor.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ungüentos para la inmortalidad

Vuelvo a casa por Navidad.
Veo en el baño un frasco que pone "babas de caracol".
Pienso en el indescifrable mundo de las mujeres.
Conociendo a mi madre supongo que ese potingue será el último grito del año pasado o de hace dos.
Vivo con otra mujer, que suele estar más al último grito. He asistido al milagro de la Rosa Mosqueta, del  Aloe Vera, de los radicales libres, de la leche de soja, del pilling químico y de mil y un ungüentos que no puedo recordar.
Yo mismo me convierto en víctima y cómplice de esos nuevos productos milagro. Víctima, porque a no ser que quiera oir todos los días una perorata sobre mi dejadez y despreocupación, acabo echándomelos a regañadientes, con un solo dedo mientras dos ojos excrutadores me vigilan. Y cómplice, cuando me veo en la herboristería siendo corregido  por la dependienta en la pronunciación correcta de lo que sea que estoy pidiendo tras encontrarme una nota en la que se me amenaza de muerte si no compro no sé qué bayas tibetanas. (Debo ser el único tipo de Chueca que no sabe pronunciar correctamente Goji, qué le voy a hacer...)

He pensado sobre esto y creo que el problema está en la conciencia de nosotros mismos en relación con la temporalidad.
Me explico.
Nosotros, los hombres, vimos desde pequeños a nuestros ídolos y lo que el tiempo les hacía. Nuestros ídolos solían ser casi todos deportistas.
Primero vimos a Quini, y comprobamos que, después de pasar una determinada edad, cada vez iba metiendo menos goles. Luego incluso, en sus últimos años ya de vuelta en el Sporting, se fue poniendo fondón.
Arconada dejó de ser el portero de la selección.
Vimos como a aquel chico con cara de niño llamado Butragueño los 28 le sentaron muy mal.
Lo vimos en Sanchís y como Míchel cada vez se prodigaba menos en sus carreras por la banda.
Sufrimos que Induráin no pudiese ganar el sexto tour consecutivo. Y lo sufrimos más porque entendíamos que no lo ganase con 33 años, pero no que le ganase un ciclista más viejo que él.
Después vimos envejecer a Romario, a Hierro, a Mauro Silva, a Rivaldo, a Ronaldo, incluso a Ronaldinho antes de tiempo o ahora a Raúl.
Lo mismo se diría de nuestros ídolos musicales o nuestros actores de acción favoritos.

Y como lo vimos de pequeños. Lo admitimos. Nos resignamos al paso del tiempo.

Si cualquiera de nosotros tuviese la oportunidad de tener una foto con Zidane -aquel tipo tan elegante, que metió ese golazo ¡en una final de la "Champions"!- o con Maradona, todos estaríamos felices de poder hacerlo. Aunque hayan pasado 5, 10 ó 100 años de sus míticas acciones. De hecho, Zidane cada día nos parece mejor. Cuando tengamos 50 años ya no será un ídolo sino un mito. Y cuando tengamos 80 ya no será un mito. Será un dios.

Esa es la relación de los hombres con el tiempo. Sabemos que a los 18 años aproximadamente el cuerpo está en su cima muscular (a los 23 en su cima cerebral) y que a partir de ahí comenzamos a envejecer. Sabemos que hasta los 28 años, con entrenamiento el cuerpo puede ofrecer incluso mejores resultados que a los 18 años. Y que a partir de ahí comienza el declinar. En algunos deportes como los de fondo o el ciclismo se puede mantener un poco más y en otros como la natación o la gimnasia deportiva el final es anterior.

Con la mujeres es totalmente distinto.
Se apuntan al gimnasio, practican Pilates y hacen dieta. Evidentemente nada de eso es deporte ni es sano.
Apuntarse a un gimnasio para una mujer requiere dos esfuerzos, pagarlo cada mes y comprarse unos playeros que vaya a juego con un chandal que no sea demasiado antiguo ni demasiado ceñido. Y hacer Pilates NO es un deporte. En el deporte tiene que haber contacto, en su defecto un reloj que vaya contra ti inexorable o mucho sudor. Tirarse en una colchoneta a hacer estiramientos no es deporte. Es sólo hacer estiramientos encima de una colchoneta. Y no me digáis que sufrís mucho haciéndolo. Yo a veces he estado en el baño por un estreñimiento. He sufrido y no he salido de allí diciendo que he hecho deporte. No-es-de-por-te. Vosotras no hacéis deporte. Queréis estar monas, pero no hacéis deporte por el hecho de enfrentarte a otra persona e intentar derrotarla.
En cuanto a la dieta. ¿Pasar hambre en las comidad para hincharse a chocolate y bollería el resto del día? ¿Pero qué mierda es esa? Os habéis comido galletas de vuestra compañera de oficina, el surtido Cuétara del cumple del colega, tres cafés, una manzana y una cosa cubierta de chocolate y rellena de crema que venía en un plástico que habéis sacado de la máquina cuando nadie os veía y luego llegáis al comedor y ¿dejáis el plato a la mitad? No te joroba, con todo lo que os habéis zampao toda la mañana ¿qué hambre vais a tener? Luego, de vuelta a la oficina decís que la comida os ha sentado mal... Y luego por la tarde seguís picando bombones que alguien os ha traído de regalo.

Las mujeres por tanto, no son deportistas. No les gusta. Con la falta de referencias deportivas no les quedan a quien acudir más que a las cantantes, actrices y -temblemos- top models.
El problema, como no, es que las mujeres no se fijan en las cantantes o actrices por lo buenas que son -Edith Piaf, Ella Fitzgerald, Meryl Streep o Diana Keaton- sino por lo buenas que están -Paulina Rubio, Beyonce, Sienna Miller o Jessica Alba-.
En cuanto esas mujeres empiezan a presentar signos de la edad, son olvidadas y sustituidas por otras. No existe la admiración hacia otra mujer si tiene arrugas. Aunque haya sido la mejor en su campo.

Hay casos como el de Demi Moore. Una tía un poco olvidada que de repente reaparece con cuarenta y tantos tancos pero "superbienconservada" y con un novio famoso y joven. De nuevo Demi Moore vuelve a ser una "ídola", hasta que un día aparezca en una revista con un bocadillo que dice AARGH! apuntando a unas estrías en su muslo o a sus patas de gallo.

A nosotros, en cambio, nos da igual lo gordo que esté Ronaldo, lo calvo que esté Corbalán o lo anciano que se vea a Di Stéfano, siempre los veremos igual. Unos ídolos a los que no les hace falta ninguna crema, botox a lifting para que tengan toda nuestra admiración.
Por eso nosotros no necesitamos ungüentos para la inmortalidad.


lunes, 21 de diciembre de 2009

Miedo

Miedo a no despertarme. Miedo a quedarme solo. Miedo al fracaso. A no volver. A regresar. A la rutina. A lo nuevo. A enamorarme. A desenamorarme. A envejecer. A no madurar. Al dolor. A dejar de sentir. A la decepción. A los demás. Al futuro. A las malas noticias. A perder a alguien. A la calle. A la carretera. A decepcionar. A no entender. A que no me entiendan. A quedarme atrás. Miedo a que me olviden. A olvidar. Al ridículo. A no buscar. A no encontrar. A perderme. A los espacios cerrados. Miedo de mí. De mis defectos. A hacer daño. A sentirme mal. A decir de más. A no hablar...

Miedo.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Excusas

Nos pasamos la vida evitando hacer cosas basándonos en excusas.
Muchas veces las excusas son la cortina a otro impedimento real que no nos atrevemos a confesar.
El miedo a hacer algo y que salga más, las restricciones que nos imponen nuestra falta de confianza o nuestras limitaciones nos hacen que miles de veces nos hayamos quedado cómodamente metidos en casa o en nuestra rutina donde hemos estado seguros.
Allí nunca hemos sufrido noches decepcionantes, averías, desengaños, peleas, abandonos, no nos hemos quedado sin dinero ni sentido frío o hambre ni nos hemos sentido apartados. Tampoco nuestra timidez nos ha hecho sufrir allí.
El problema es que nunca sabremos lo que habríamos vivido si hubiésemos dicho "sí".

sábado, 12 de diciembre de 2009

Defensa de personaje histórico defenestrado

Hoy...

Ramoncín

Abrir un post cuyo protagonista es Ramoncín es casi sinónimo de crítica segura al personaje.
No voy a ser tan poco original.
Hay quien lo critica por falta de autenticidad. Se ha dicho de él que en el momento de su mayor altura artísitica, en la que se presentaba como un chico de barrio madrileño, realmente era todo lo contrario. Que el barrio sólo lo conocía en el paseo que iba del portal de su casa al taxi y viceversa.

Más tarde se le criticó por ser uno de esos artistas políticamente comprometidos. Lo que realmente significaba unido a un partido político determinado del que podría sacar ventajas.

También se ha discutido su alejamiento de su faceta artística para convertirse en contertulio de televisión.

Se dice que sus discos y canciones no tienen una repercusión digna de ser nombrada.

Finalmente, se le ha defenestrado por ser un miembro con mando en la SGAE.

No voy a ser yo el opine sobre si es o no un burguesito, si es un arrimao, buen artista o si tiene una personalidad que caiga bien.

Lo que me interesa es que casi todo el mundo ataca a Ramoncín por cosas en la que creo que tiene toda la puñetera razón.
Me refiero por supuesto a todo lo que tiene que ver con las descargas en internet y el top manta.
Defender el top manta basándose en que los pobrecitos negritos no tienen otra manera de ganarse la vida, me parece una soplapollez que no merece ser discutida.
En lo referente a que descargarse contenidos protegidos por las normas sobre propiedad intelectual es tener "acceso a la cultura" me parece una payasada total. Una broma.
Bajarse Casablanca de internet es acceder a la cultura... No lo sé.
¿También bajarse Transformers 2?
¿También bajarse Chochitos adolescentes 24?
¿El Windows Vista, la discografía de La Oreja de Van Gogh, Cien años de Soledad, Física o Química, El retrato de Dorian Gray en audiolibro, Ultimate Recovery Tool v.4.1.beta, una audioguía de Praga...?
¿Por qué no colarse en un museo, o en el cine, o en un café literario?
Yo nunca he probado la absenta ¿puedo entrar en una licorería y llevarme una botella sin pagar?
Nunca he estado en Egipto ¿puedo meterme en un avión, colarme en un hotel y visitar las pirámides gratis?
Si alguien tuviese un campo de naranjos inmenso que no fuese capaz de vigilar, ¿tendríamos derecho a entrar en él y robarle la fruta?
La impunidad no genera un derecho.

Es cierto que quien más pierde son las discográficas y no los músicos -al menos directamente-.
Es cierto que para determinados grupos cuando empiezan lo más importante es que la gente oiga su música.
Es cierto que las grandes discográficas pecan de fines excesivamente económicos. Pero eso no da ningún tipo de excusa para poder hacer copias de materiales que deberíamos pagar o acceder a ellos mediante servicios de biblioteca.

Que la SGAE haya adquirido una posición que no le corresponde, que Ramoncín o Bautista no sean los tíos más simpáticos, que todos nos bajemos un montón de pelis y discos gratis -incluso música o películas que sin su descarga ilícita jamás hubiésemos conocido-, que las discográficas grandes no lleven el rumbo que algunos nos gustaría, que los discos sean muy caros, que compartamos sin ánimo de lucro..., no significa que eso se haya convertido en un derecho.

Sé que casi nadie -exceptuando a los propios perjudicados- piensa como yo. Pero es precisamente lo que me gusta de Ramoncín.
Esa posición de outsider a la que se ha visto abocado a mí me resulta admirable.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La noche

Llevaba ya unos meses saliendo con aquella chica.
Puedo decir que me volvía loco. Era bonita, elegante, atractiva, moderna. Tenía un trabajo bien pagado como relaciones públicas.
Siempre habíamos salido solos por la noche ya que no teníamos amigos comunes y aún no habíamos tenido tiempo de presentarnos a nuestros respectivos círculos de amistades.
Por eso me encantó que me llamase al trabajo para decirme que esa noche iríamos a un sitio especial.

El reloj marcó las ocho de la tarde, ya había anochecido, cuando puntualmente me pasó a recoger.
Yo iba vestido elegante como ella me había dicho. Ella estaba radiante con una camisa blanca escotada, una colonia -supongo que carísima- que olía de maravilla, conduciendo su bonito coche de dos plazas.
Me llevó a un hotel de lujo donde se presentaba una nueva revista de moda.
Me encontré con una fiesta privada, con fotógrafos en la puerta. Ella parecía conocer a todo el mundo. Con todos se saludaba de una manera muy alegre. El ambiente era muy cálido. Me informaba de quiénes eran cada uno de los invitados y me los presentaba. A la mayoría no los conocía de nada. Arquitectos, músicos, diseñadores, managers, famosos, algún futbolista y, sobre todo, modelos. Muchas modelos.

La noche transcurrió perfecta. Hablé con un montón de gente interesantísima. La cena, tipo buffet, me encantó. Sushi, comida tailandesa, judía... un poco de todo y todo me pareció delicioso. Ella estaba atendiendo a mucha gente por lo que durante gran parte del tiempo no estábamos juntos.

Eran ya cerca de las cuatro de la mañana cuando se me acercó y me dijo que me iba a presentar a dos amigas suyas muy famosas.
Una era Giselle Bundchen -con la cual ya había estado yo hablando un rato antes de que me la presentase- y la otra era Adriana Lima.
Puedo decir que las dos eran muy simpáticas y habladoras. Les encantaba bailar como a mí, así que estuvimos haciendo el tonto en la pista de baile.
Siempre he pensado que las chicas cuanto más guapas son más sencillas y naturales y ellas son un claro ejemplo de esta teoría.

Había pasado un rato, yo había bebido un poco. Fue cuando ella se me acercó y me dijo si me apetecía seguir la fiesta en otro sitio. Yo me alegré y le pregunté si sería una fiesta solos ella y yo. Sonrío y moviendo la cabeza contestó que no.
En un minuto estábamos subiendo en el ascensor hasta la última planta del hotel con una botella de champán y acompañados de Giselle y Adriana.
Abrió una puerta y nos precipitamos dentro los cuatro. Me encontré dentro de una suite enorme, de inmensos ventanales por los que se veía toda la ciudad y con una gran cama redonda en el centro cubierta con una preciosa manta de pelo blanco.

Sin casi darme cuenta me encontré tirado en la cama, con la camisa desabrochada mientras ella y Giselle bailaban y Adriana me besaba el pecho.
Después me desnudaron mientras me acariciaban, bebíamos y reíamos.
Adriana se sentó sobre mí y comenzamos a hacer el amor. Después hice el amor con ella y luego con Giselle. Mientras hacía el amor con una las otras me besaban o bailaban.

Puedo decir que nadie hace el sexo como las brasileñas o al menos como estas dos chicas. Son sensuales y elegantes todo el tiempo. Por momentos tuve la sensación de que sus cuerpos eran sombras que se contoneaban, que bailaban conmigo.
Estuvimos haciendo al amor hasta después de haber amanecido.

Unas horas después me desperté con el sol dándome en la cara, con algo de resaca.
Abrí un poco los ojos. Era todo lo que podía. Dudé si la noche había sido un sueño.
Lo primero que pude entrever fueron tres cuerpos perfectos desnudos y dormido a mi lado.
Cuando pude enfocar un poco más la mirada vi que a mi lado, dormida, estaba Adriana.
Mis movimientos parecieron despertarla un poco. Yo me quedé mirándola. Ella abrió un poco sus enormes ojos del color del mar del caribe.
Me miró sonriendo.
Se acercó a mí. Y, susurrándome al oído, muy bajito me dijo:
"Todos tenemos un corazón hambriento".