domingo, 27 de julio de 2014

Modas

El otro día escribía sobre el estilo de las mujeres en estos días estivales en Madrid.
También quiero hacer mención a el que podríamos llamar el estilo veraniego por excelencia en Madrid.
Sandalias o zapatillas de deporte, pantalón pirata, camiseta de tirantes y tatuajes.

Todos cometemos errores en la vestimenta.
Las sandalias son el primero. Un hombre que tenga un poco de amor propio jamás debe llevar sandalias.  
El pie no es una cosa bonita. Es íntima. Suda. Despide mal olor.
Así que si no eres un judío en la época de Cristo guárdalas como mucho mucho, para ir a la playa, para pasear por el jardín o por tu terraza.

La camiseta sí es una prenda con mucho uso. Puede ser interior, para dormir, para hacer deporte, para ir a la playa, para la piscina, para estar en casa, para atuendo muy relajados como salir a dar un paseo o sacar al perro.
Sin embargo la camiseta de tirantes, si no estás jugando al baloncesto mejor déjala en el armario.
El sobaco no es una cosa bonita. Es íntima. Suda. Despide mal olor.

La tercera y última prenda que se ve estos días es el pantalón pirata.
Un hombre sólo puede llevar pantalones piratas por una razón. Porque esté disfrazado de pirata. Por tanto, es una prenda que sólo se admite en carnavales, en Disneylandia a los figurantes o en la saga de Piratas del Caribe a los actores.

Analicemos este conjunto:


Este jovén lleva un conjunto nada favorecedor.
El calzado me resulta difícil de definir aunque me parecen unas zapatillas deportivas. Por su color oscuro y porque son botas no parecen muy adecuadas para un día de 36 grados en Madrid.
Del cordelito tobillero no voy a hacer ninguna valoración.
A continuación vemos el famoso pantalón. En este caso no es un pirata claro. Un para de centímetros más abajo y ya no habría dudas entre bermuda largo o pirata. Par mí es pirata.
¿Por qué estos pantalones resultan tan poco elegantes?
Fácil. Porque acortan el tamaño de las piernas. Algo que nunca se busca en alguien que quiera mostrar ciertas proporciones. 
A continución nos encontramos una camisa de tirantes negra. A priori, mala elección para el verano y más si es de mañana. Si además, unimos que la camiseta es muy larga y el pantalón llega hasta demasiado abajo, da la impresión que este señor tiene el ano a la altura de los muslos.
Como toque especial, este señor lleva unos tirantes.
Los tirantes son, por contra, una prenda elegante. ¿Por qué? Primero porque aguantan mejor los pantalones que un cinturón. Y, al contrario de éste, no parten la figura en dos sino que la alargan haciéndola más estética. 
Obviamente, a este caballero, no le hacía falta alargar más la figura.
De todos modos, dónde está el problema. Pues en que lleva los tirantes abrochados al pantalón pero sueltos en los hombros. Colgando.
Yo, que iba detrás de este señor, en los escasos metros que coincidí con él pude comprobar como se tiraba de los pantalones para colocárselos al menos tres veces. Realmente no se los subía del todo. Sólo un poco -creo que buscando ese look de pantalón caído que tanto mola a muchos desde hace ya más de una década- lo suficiente para que se le volviese a caer a los cuatro pasos.
Hay quien se queja de lo incómoda que es la corbata, los zapatos, el traje o los calcetines, pero nada comparado con unos pantalones que no paran de caerse.
No parece muy normal dejar que se te caigan los pantalones cuando llevan enganchados unos buenos tirantes...
Supongo que el joven lo que pretendía al dejar los tirantes colgando era dar un cierto toque de informalidad. En mi opinión con el resto de prendas, peinado y accesorios no le hacía falta lanzar aún más detalles. 
Si quiere seguir mandando ese mensaje le propongo unos buenos tatuajes desde las muñecas a los tobillos, aros en las orejas, clavo en la nariz y piercing en la lengua. Cresta en la cabeza, tachuelas en la camiseta y látigo en el pantalón. Además en las zapatillas seguro que habría sitio para un par de espuelas y en la camiseta para una buena fila de imperdibles.

De todos modos, a mí, mientras iba tras él, en ningún momento hizo que mi cabeza pensase: "mira ahí va un joven rebelde pero sobradamente preparado que algún día tomará las riendas de este mundo y lo cambiará haciéndolo mejor para todos"; lo único que mi subconsciente pensó fue: "mira ahí va Michael Landon, que le ha dado un apretón mientras mecía a Melissa Sue Anderson y sale corriendo al caseto-retrete que tienen en el patio".