domingo, 7 de febrero de 2010

Idiomas

Aunque ahora la tendencia sea la de proteger todas las lenguas habladas y por hablar.
Mi opinión es que todas las lenguas tarde o temprano desaparecerán.
Sé que cada lengua tiene una riqueza propia, su belleza, su complejidad, su música, su historia. Pero la lengua más bella que ha existido -eso dicen los expertos- ya sólo se habla, y supongo que muy modificada, en el Vaticano.
Sí, claro que hay una riqueza en una lengua, pero las lenguas están hechas en primer lugar para comunicarnos.
Creo que cada vez tiene menos sentido que yo no me pueda comunicar más que con una pequeña porción de la humanidad porque no conozco sus lenguas. Poder hablar con cualquiera en cualquier parte y entendernos a la perfección sí que sería lógico.
He conocido a gente que tenía el título de quinto curso en la Escuela Oficial de Idiomas en alemán, inglés y francés. Donde yo trabajo hay gente que habla el español y otros cuatro idiomas.
Si juntamos el tiempo, el dinero y el esfuerzo que esas personas han dedicado para aprender nos saldría una montaña de vida. Toda esa montaña la podrían haber dedicado a estudiar otra cosa, a un hobbie, a salir con los amigos, a dormir, a ver la tele o a hacer el amor con su pareja.
Todo para poder comunicarse con más gente (bueno, todo para poder conseguir un empleo más fácilmente o mejor que los demás).

Por tanto, creo que las lenguas deberían desaparecer cuato antes.

¿Qué hacemos con las lenguas que se hablan hoy en día?
Yo propongo dos soluciones.
Lo primero que debo decir es que las lenguas no son estáticas -si no, poneos a releer el Quijote y ya veréis cómo ha cambiado el castellano-, por lo tanto todas están abocadas a cambiar, a mutar, a parecerse cada vez más unas a otras hasta convertirse en una sola. Una sola lengua en un mundo global.
Mi primera solución sería la de meter todos los diccionarios, libros, publicaciones, tratados, etc en soportes de memoria, por si alguien del futuro tiene interés en estudiar lenguas muertas, como el bable, el catalán, el alemán, el francés o el castellano. Si a alguien le sobra el tiempo y le gustan mucho los idiomas, adelante.

La segunda sería una solución intermedia y que dejaría a todos contentos. Todo el mundo tendría derecho a estudiar una lengua que él quisiera. Por ejemplo, un gallego que quiera estudiar gallego en la variante de Marín o un asturiano el bable con los giros de Ortiguera. Y como segunda lengua -o primera, como se quiera ver-, una lengua común para toda la humanidad. Una lengua, fácil. Que se estudie en Roma, en Pekín, en Buenos Aires o en Honolulú.
Yo propongo, para que no haya problemas nacionales, el esperanto. Además es una lengua que con dos años de estudio se habla a un nivel de experto.

Evidentemente millones de personas, profesores de idiomas, se quedarían sin trabajo. ¿Y qué? Se ganaría mucho más de lo que ellos perderían.
Evidentemente el esperanto sería un idioma muy pobre al principio. ¿Y qué? En unos años habría un montón de palabras nuevas y formas de expresarse y acentos y formas en todo el mundo.
Evidentemente los países quieren imponer sus lenguas, especialmente el inglés. ¿Y qué? En el momento en el que económicamente resultase más favorable hablar un sólo idioma común, no habría mucho más que decir.
Evidentemente esto que estoy diciendo es una utopía.
¿Y qué?