sábado, 16 de diciembre de 2006

Líneas imaginarias

El otro día tuve que coger un vuelo a Madrid.
Una cancelación y cuatro horas después estaba sobrevolando Asturias.
Normalmente siempre me había tocado volar o de noche, o con días nublados o fuera del ámbito de visión de las ventanillas.
Esta vez pude comprobar la tierra desde el aire en un día claro.
Lo primero que me sorprendió es lo montañosa que es Asturias y que los montes, cuando llegan al mar se convierte en lenguas verdes, y sobre ellas ya en la costa, están todas juntitas las casitas blancas.

Pero lo que más me llamó la atención fue que no supe ubicar ninguno de esos pueblos.

Seguramente los habré cruzado en automóvil quién sabe si cientos de veces, pero debido a mi nueva perspectiva no fui capaz de identificar ni uno solo.

Por supuesto lo que eché en falta era un pequeño letrero sobre cada uno de ellos con su denominación y todas esas líneas divisorias de concejos.

Puedo asegurar que no existe ninguna frontera entre Asturias y Léon -la busqué con detenimiento-. Durante los 50 minutos de vuelo tampoco encontré ni rastro de ninguna frontera. Ni una línea mal borrada, ni restos de la goma que alguien podría haber utilizado la noche anterior.

Llegué pues a la conclusión de que nunca han existido las fronteras. Ni entre Asturias y Castilla-León, ni entre Castilla-León y Madrid y me supongo que tampoco entre países, naciones, barrios, estados, continentes o como se quieran llamar.

Algún gilipollas se las inventó y nosotros no las hemos borrado

...aún
(este es nuestro tiempo)