jueves, 28 de enero de 2010

Ha muerto J.D. Salinger




El autor de "El guardián entre el centeno" ha muerto a los 91 años.
Aunque llevaba muchos años recluido y sin publicar, ese libro basta para que se le recuerde para siempre.

Supongo que hoy el bueno de Holden Caulfield se reunirá con Ignatius Reilly y vestidos con sus sombreros de cazador montarán una muy muy gorda.

Historias de la chica loca

Conozco -bueno, no exactamente porque es imposible- a una chica que es un poco especial.
No es que esté loca exactamente. Tampoco que sea excéntrica. Ni psicótica. Ni da la sensación de estar totalmente enferma.
Simplemente es más rara aún que los demás.
 Y eso es ser muy rara.

Tiene un acento extrañísimo. Es italiana, pero ha vivido en Nueva York y en Madrid. Por lo que a veces parece que estás hablando con un robot mal programado. Te mezcla frases y expresiones del Bronx, de Vicenza y de Alcalá de Henares.
Puede expresarse en cinco idiomas pero no es capaz de decir "dieciséis" ni "doscientos".
Cuando la conocí, vivía en la mesa de al lado, amurallada por torres de folios y no hablaba con nadie.
Un mes después de empezar a trabajar junto a ella me empezó a hablar.
Yo estaba convencido de que era una suicida y ella estaba convencida de que yo era homosexual.

Con el tiempo nos fuimos haciendo coleguillas y fui descubriendo a una persona inteligente y con un sentido del humor muy grande -lo cual es una redundancia-.

Es como si estuviese en otra galaxia, pero resulta que está entre nosotros aunque no en nuestra dimensión.
Si estamos en una reunión, al salir, yo he visto una foto con su color más o menos vivo, su enfoque, su distorsión, su perspectiva... Ella, cuando me enseña su foto es un imagen estroboscópica y saturada de LSD mental.
Parece que no se entera de lo que pasa, pero a veces se pone a imitarnos a todos y sabe todas las frases, expresiones, movimientos, tics de cada uno de memoria.
Si te fijas en cómo mira parece que no está enfocando al punto al que tiene dirigida la mirada. Tiene un cierto parecido con una esfinge egipcia.

A veces me permite acercarme a mil kilómetros del centro de su mente y me quedo asombrado.
La mayoría de las historias no son reproducibles por diversos motivos.

Una vez me contó, que como el fin de semana había cambiado un poco el sueño y el Domingo se había levantado tarde, al acostarse no se dormía. Así que hizo el esfuerzo para quedarse dormida.

Cuando lo consiguió, se despertó para comprobar si estaba durmiendo.

¿? ¡Click!

... mi amiga loca.