viernes, 9 de octubre de 2009

Homo homini lupus

Toda la vida he estado escuchando hablar sobre un gran complot tejido por las altas esferas de la banca, de los gobiernos de los países más poderosos, de los grandes empresarios y de las mayores fortunas.
Esta gran trama persigue convertir a la inmensa mayoría de los seres humanos en esclavos de una minoría que disfrutaría de casi toda la riqueza y con ella los placeres, propiedades, controles, prerrogativas, poderes... que pueda ofrecer.

Es cierto que el la riqueza está repartida de una manera que no parece la más justa. También lo es que quien tiene poder trata de aprovecharse de él para conseguir aún más poder.

Lo que yo quiero contradecir es la opinión de que hay una parte de hombre malos con poder y el resto son buenas personas que quieren librarse de ese yugo.

Lo que creo es que hay una parte de personas poderosas que ejercen su poder hasta su límite y otra parte de personas que ansían tener poder para poder ejercerlo de la misma manera.

Seré más concreto. Es una idea generalizada que en la parte más alta de cualquier empresa, sobre todo si se trata de una gran multinacional, hay una serie de personas que lo único que buscan es su rentabilidad, pasando por encima de lo que puedan.
Yo estoy totalmente de acuerdo con esa idea. Y creo que es una de las razones por las que este mundo -o una parte de él- es una mierda.
Pero lo que quiero decir, es que no es que las empresas sean una jauría por culpa de esos que habitan en la cúpula, sino que todos los trabajadores formamos parte de esa manada salvaje.
La manera en la que luchan las personas por lograr el más pequeño de los ascensos, el comportamiento con sus subordinados de los que logran la más mínima responsabilidad, las dentelladas de los cachorros que acaban de entrar, la furia con la que pelean todos, la saña con la que se muerden los cuellos por la más pequeña de las prebendas...

Todo eso hace que yo sepa que no existe la más mínima esperanza de que algún día haya un mundo mejor.