viernes, 22 de mayo de 2009

Una gran mentira

Una de las más grandes mentiras que me han contado y que me creí como un imbécil fue la del final de la juventud.
La juventud no se acaba a los 20, ni a los 25, ni a los 30, ni a los 50, ni a los 80.
La juventud termina en el momento en que tú crees que ha terminado. Cuando comienzas a hacer las cosas que otro gilipollas hacía cuando tenía tu edad.
Es el truco que tiene la sociedad para que haya alguien que produzca. Aunque para ello tengamos que sacrificar nuestras vidas.
La vida no es lo que pasa bajo los fluorescentes y el aire acondicionado de una oficina.
Tiene más sentido tocar una canción, hacer una foto, besar a quien quieres, llorar un día, viajar de noche, comer algo que no te gusta... que trabajar mil años en un trabajo que ni es tuyo, ni te importa y no nadie te valorará jamás.

Por eso la palabra juventud no debería existir.