jueves, 5 de marzo de 2009

Deformaciones profesionales y puestas del sol

Podríamos llamar deformación profesional a la característica que nos condiciona a adoptar una perspectiva impuesta por la actividad laboral que realizamos.

Tres de mis hermanas te pueden decir cómo es la boca de cualquier persona que les preguntes sin tenerla delante; si tiene prognatismo o diastema o un implante. Mi padre nunca dice simplemente que si junto dos materiales determinados pueden arder, sino que explica que como tal sustancia es polisaturada al entrar en contacto con otra con ciertas características pueden reaccionar. Mi hermano en un simple paseo por el campo puede encontrar ocho hierbas altamente venenosas, cuatro tubérculos, cinco opiáceas y cuatro con las que se puede hacer una ensalada. Mi novia, que por mi culpa tuvo varios empleos diferentes, puede saber exactamente cuál es el perfume que usa la señora que camina diez metros delante de nosotros o de dónde es la blusa de la chica que acaba de cruzar de acera.

Yo nunca he sido músico. Ni tengo oído, ni sentido del ritmo, ni conocimientos musicales más allá de un poco de solfeo rítmico.
Sin embargo, conservo cierta deformación profesional. Hace mucho tiempo que me di cuenta de que inconscientemente analizo las cosas basándome en las letras de canciones.

Así que mi conclusión de esta mañana es que el mundo soñado era una ilusión y el que parecía un buen amigo resulto ser un cabrón. Que aún no sé quién nos devolverá la esperanza y el amor. Estoy seguro de no hay nada más bello que lo que nunca tuvimos, ni nada es más amado que cualquier paraíso perdido. Es inevitable que en ocasiones nos sintamos golpeados por cien puños furiosos. A veces nos despertamos como perros aullándole al día.

Y, aún así, seguiremos esperando buenas noticias y puestas de sol.