jueves, 7 de julio de 2005

Los Hombres Perro

(El siguiente texto contiene expresiones que pueden considerarse de mal gusto. Si es usted una persona con una sensibilidad media no siga leyendo).

¿Qué hubiera pasado si el ser humano, por algún giro inesperado, hubiese evolucionadoo en la dirección que lo hizo el perro?

Parte 1ª. Las relaciones.

Como hombres-perro nos reconoceríamos por el olfato. Así que cuando te presentasen a otra persona, en lugar de un apretón de manos lo que procedería sería ponerse a dar vueltas en círculos oliéndose los morros de forma recíproca.
Esto no tendría la menor rareza, ya que sería el olfato lo que te diría más cosas de otra persona.

Imáginate que estás un día por la noche de marcha en un bar y una amiga te presenta a una chica que está como un cañon.
¿Qué harías como hombre-perro? Pues comenzarías a olerle el culo y meterías tu nariz por donde un ser humano-no-perro no osaría entrar a menos que hubiese mucha confianza.
Con unos simples olfateos ya sabrías su edad, lo que ha comido y bebido, si está receptiva para el sexo, si está ovulando, si es limpia o si ha tenido un compañero sexual en las últimas horas. (Mucha más información de la que un hombre-no-perro, aun muy espabilado, tendría probablemente en toda su vida).
A cambio te encontrarás con que ella tendrá la misma o más información sobre ti (ya se sabe que las perras tienen mejor olfato que los machos). Así que ella conocería tu edad, lo mal comido y lo muy bebido que estás, descubrirá que estás muy receptivo para el sexo, que no eres limpio, que has tenido sexo en las últimas horas pero no hay rastro de compañera sexual.
Si hay suerte y la chica perro te permita un rollete, os iréis a una esquina del bar y comenzaréis a daros lametazos por toda la cara.

Los hombres-perro gozarían de una enorme memoria olfativa. Podrían recordar el olor de todos los otros hombres-perro que han conocido.
Esto podría resultar muy útil porque el olor sería una forma de descripción de los demás. Así que si, por ejemplo, alguien dijese que conoce a algún famoso podría describírselo a los demás.
- ¡Tío! ¿en serio que conoces a Ramoncín?
- Sí hombre, desde la época del Pollo Frito.
- ¿Y cómo es en persona?
- Bueno, la inglé derecha le huele más a almizcle que la izquierda. El ojete de lo más normal, quizás un poco a almendras. Le encantan. Por cierto, ¿te he dicho que conozco a Isabel Preysler?

Asimismo también nos podrían resultar muy interesantes esos largos besamanos que hacen los reyes con motivo de la boda de algún hijo.
Sería divertido ver a Berlusconi olisqueándole el escroto al Rey mientras, a su lado, la Reina de Inglaterra y la de España hacen círculos mientras se olfatean sus respectivas chirlas.
Todas estas situaciones de dilatarían durante tres cuartos de hora de recepción.

En fin, hermanamiento entre los pueblos. Imaginaos a los cónsules, embajadores y diplomáticos, serían expertos en el olor del ano de todos los ministros del país donde ejercieran sus funciones.

¡Cómo sería de olfativo el oficio de relaciones públicas!


Parte 2. Eventos sociales.

Borjamari conoció a Pilar recién terminado su máster en comercio bursátil cuando ambos eran becarios del Barclays Bank en Londres.
Él era el prometedor número 1 de su promoción y ella una muy buena estudiante hija de un constructor muy importante de la Costa del Azahar.
Han viajado desde Madrid a un pueblo a las afueras de Peñíscola donde la familia de Piluca tiene una enorme finca de veraneo.
El motivo es presentar oficialmente a Borja y así ir poniendo los cimientos de su futura vida en común.

Al llegar a la casa se producirán las preceptivas presentaciones en forma olfativa. Borja se fijará especialmente en el olor de la Sra. Pilar, madre de su prometida, porque supone que, más o menos, así es cómo olerá su novia en unos años. Quedará satisfecho.

Después de abrir el equipaje bajarán a cenar. La comida será servida en el jardín por un mayordomo y una camarera.
La agradable conversación anterior a la cena, se verá convertida en una situación casi bélica después de que la comida sea servida en la mesa. Los cuatro se abalanzarán sobre sus platos y comenzarán a gruñirse unos a otros. Incluso, si alguien se acerca demasiado al cuenco del otro, puede llevarse un buen viaje.
La bebida será servida en los mismo cuencos que la comida. Y al beberla cada comensal salpicará de al que esté enfrente con una mezcla de bebida y babas. Pero a nadie le parecerá mal.

La cena durará unos treinta segundos, el tiempo suficiente para devorar las viandas.
Para limpiar los recipientes simplemente se pasarán por debajo de un grifo.

Después de la cena vendrá la charla del padre de la novia con el futuro yerno.
Se levantarán de la mesa, con un puro en la boca y darán una vuelta por los jardines a la luz de los farolitos y con el sonido de fondo de las cigarras acompañado por el embriagador perfume del azahar.
En un momento dado del paseo, mientras el yerno le hace alguna sugerencia sobre inveresiones capital-riesgo al suegro, este, sin decir una palabra y sin ningún remilgo, se apartará un poco del camino de losas, y ya en la yerba, se bajará los pantalones, se pondrá en cuclillas y se pondrá a cagar mientras escucha las recomencdaciones financieras.
El yerno, lejos de parecerle extraño, irá hasta allí y comenzará a oler las heces de su futuro padre político. Incluso, con un poco de suerte, hasta se comerá un cerotillo.

Después, conociéndose un poco mejor, volverán a la mesa, donde las damas les esperán con el café recién servido.
Al llegar observarán que, mientras la madre les espera rascándose fuerte y repetidamente detrás de una oreja, la hija está siendo montada por el mayordomo.
Se sentarán los tres y tomarán el café.
Mientras, Pilar, aunque ya ha acabado la cópula estará aún pegada al mayordomo, que tratará de separarse de ella pero le será imposible.
Finalmente la camarera después de sacudirles con un periódico, les echará un cubo de agua por encima.

Borja acompañará a Pilar hasta su habitación, pero no dormirán juntos, porque la familia de ella es muy tradicional.