lunes, 23 de febrero de 2009

De amor, átomos y un pastel

¿Qué extraño mecanismo nos hace querer estar en un sitio diferente al que nos encontramos?
Los expertos dicen que se pueden reconocer las sustancias que dan lugar al enamoramiento. El secreto es que no hay secreto. No somos más que un amasijo de células que se relacionan mientras envejecen y hasta que al final se mueren.
En este sistema las células están formadas por elementos más pequeños hasta llegar a los átomos. Los átomos son las partes más pequeñas de cada elemento. Dicen que hay unos 100 tipos diferentes de átomos. Cada átomo es exactamente igual a otro de su mismo tipo. Tiene las mismas reacciones ante la temperatura, pesa lo mismo, se mueve igual.
Todo lo que hacemos o pensamos que hacemos no son más que reacciones químicas minúsculas multiplicadas que dan lugar a otras reacciones físicas.
La energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma.
Somos lentejas dentro de una enorme olla a presión que pensamos que es el universo.
Esto nos dice que no hay ni libre albedrío, ni alma, ni espíritu, ni suerte, ni Dios. No hay esperanza.
La felicidad sólo es una reacción química. Pero sin embargo, después de cientos de miles de años de evolución, seguimos queriendo lo que no tenemos, a quien no nos quiere, donde no podemos estar, lo que no podemos hacer, a donde no podemos llegar.

Los mismos científicos que hablan del amor, dicen que también conocemos los ingredientes de la receta de un pastel de chocolate pero que, aún así, nos gusta.

Pero para mí no es lo mismo.