jueves, 14 de mayo de 2009

Automóviles que todos movemos

Hace casi tres años el gran Carlos Nonato escribió un post de esos que al leerlo agradeces que alguien haya hecho el trabajo de escribirlo porque estás completamente de acuerdo.

Encuentro en estos momentos una situación análoga. En Madrid, cuando hago el trasbordo del metro al autobús en Canillejas, veo pasar cientos de coches. En más del 90% de ellos viaja una sola persona.
Supongo que habrá conductores que no les quede más remedio que usar sus automóviles. Pero creo que la inmensa mayoría los usan por simple comodidad.
En donde trabajo, a pesar de que hay autobuses que la empresa paga, la mayoría de los empleados llevan su coche al trabajo, lo que hace que se formen las enormes colas todos los días a la salida del aparcamientos. Aún así y aunque pierdan hasta 20 minutos, siguen llevando el coche a trabajar.

Vivo en Chueca. Un barrio de Madrid que es algo más que incómodo para caminar.
Las calles, a pesar de ser muy muy estrechas no están peatonalizadas. Las aceras son mínimas para que haya sitio para que circulen los coche y además, para que aparquen.

A pesar de esto, como los propietarios de los automóviles los suben a las aceras, en la calle donde vivo han puesto pilotes.
Evidentemente los han puesto en las aceras, por lo que su estrechez es aún mayor. De hecho si traes una bolsa o un carrito de la compra, tienes que ir por la calzada. A los pilotes hay que añadir los cubos de basura, los contenedores de las obras y las motos (porque en Madrid las motos se aparcan en las aceras y a poder ser en su parte más estrecha).
Muchos automóviles aparcados suben un par de ruedas a la acera para evitar el peligro de que otro coche que vaya rápido, se lo raye.
Lo triste es que hay mucha más gente caminando que en coche, por lo que para beneficiar a una minoría perjudican a una mayoría. Algo que no tiene el más mínimo sentido.

Mis padres viven en Puerto de Vega, en Asturias. Desde casa a casa de mis abuelos hay unos trescientos metros. A pesar de ello mi padre, que va y vuelve todos los un par de veces hasta allí, hace el trayecto en coche. Sería más sano para él y más barato que fuese andando.

A mí no me parece mal que la gente use el coche lo que le venga en gana. Pero que lo paguen.

Yo, en el caso de mi padre y de la gente que actúa como él, me voy a comer parte de lo que contaminan. En el caso de los madrileños aparte de eso, del espacio que quitan a la ciudad.

Yo decidí no tener coche mientras no me sea completamente necesario.
Otros prefieren tenerlo.

La crisis, como una enfermedad que te avisa que no estás llevando una vida sana, te obliga a cambiar tu forma de alimentarte, de trabajar, de vivir.

La crisis nos está diciendo que sobran automóviles, de ahí la enorme bajada de sus ventas. Que el mercado estaba sobredimensionado.

Ahora el gobierno, para que el mercado del automóvil no se detenga, ha decidido que dará ayudas a las personas que compren un coche (lo mismo está haciendo con la construcción, que anima a la gente por un lado a alquilar y por el otro a comprar).

Todo el mundo está contento con esta medida.

Con mis impuestos voy a pagar al hijoputa del todoterreno metalizado que siempre aparca encima de la acera en la calle de al lado, para que se compre un todoterreno más grande y ya no nos deje pasar a los peatones ni de uno en uno.

Yo creo que me debería comprar un coche y volver a mi dimensión. De la que nunca debí salir.