jueves, 12 de mayo de 2011

El nadador

Recuerdo que hace muchos años, yo no era más que un crío, salimos a pescar en la lancha de mi padre -la vieja Tritón- mis hermanos y mi madre en un precioso día de verano. Cuando estábamos en el muelle listos para salir. Se nos acercó Oscar de Xiraldo y nos dijo que lo llevásemos hasta el mar para volver nadando hasta el puerto.
Oscar (acentuado en la a) de Xiraldo, creo que era el dueño de unos pequeños astilleros que había en el muelle, en Puerto de Vega. Creo que por entonces tendría unos cuarenta años. Tenía un buen pelo moreno. Estaba un poco gordito.
Se quitó la ropa y subió con nosotros a la lancha. Mi padre le preguntó si estaba seguro y él dijo que sí. 
Salimos y, cuando ya estábamos a unos doscientos metros de la embocadura del puerto mi padre le preguntó si había hecho la digestión. Él se quedó pensativo y dijo que no. Entonces mi padre dijo que mejor le llevábamos al muelle de nuevo pero Oscar de Xiraldo se negó a volver y se lanzó al mar. Y volvió nadando como había dicho.
Tengo muy mala memoria pero, para un niño, es un recuerdo que no se puede olvidar.

Todo esto ha vuelto a mi cabeza viendo una película de 1.968 que se llama El nadador (The Swimmer). El protagonista, Ned Merill, durante la primera parte de la película es una persona que mantiene un espíritu de juventud, de vitalidad.

Creo que la vida es demasiado corta y que merece ser aprovechada.
Y creo que todos deberíamos ser Ned Merill u Oscar de Xiraldo hasta que nuestro tiempo concluya.