domingo, 31 de octubre de 2010

Cartas desde Madrid

Querida prima,

¿qué tal todo? Me han dicho que has empezado este curso con fuerza. ¡Ánimo! Ya va quedando menos para acabar.
Por Madrid todo igual. Parece que este año hemos tenido un mes largo de Otoño. Es algo increíble. Como te he comentando muchas veces, en Madrid eso que llamamos ropa de entretiempo y que en Asturias se lleva más de la mitad del año, aquí se pone por poner.
¿Te acuerdas de esas chupas de cuero de la época de Los Débiles que tanta gracia te hacían? Las que decías que parecía que se las hubiésemos robado a un negros del Bronx.
Pues esas cazadoras aquí en Madrid no tendrían uso más que una o dos semanas al año.

Como en tu carta me pides que te hable de cosas típicas de Madrid, hoy he decidido que voy a profundizar en una figura que en su momento te llamó mucho la atención: los gilipuertas.

Recuerda que los gilipuertas son esas personas que tienen que estar en la puerta indefectiblemente. Su pensamiento es claro: si tengo que salir de aquí, y tengo que salir por aquí, ¿para qué me voy a mover de aquí?
Como comprenderás, es en el transporte público -y más acusadamente en el metro- donde alcanzan mayor notoriedad. Y por eso me voy a referir a ellos.

Primero hay que definir lo que es un gilipuertas y lo que no.
Un gilipuertas es un tío que no va a salir en la siguiente parada. Por tanto, si se sube en la para primera para salir en la siguiente no es un gilipuertas aunque se haya quedado en la puerta.
El gilipuertas tiene que molestar el paso de los demás. De los que entran, de los que salen o de ambos. Un tío que viaja solo en un vagón al lado de la puerta no será un gilipuertas aunque se tire una línea entera allí parado. Porque no ha molestado a nadie. Eso sí, si no hay nadie en el vagón, casi mejor que se siente...
Un gilipuertas tiene que tener posibilidad de moverse y aún así, no hacerlo. Una persona que entra en un vagón repleto de gente y no puede moverse de al lado de la puerta, evidentemente no es uno de ellos.
Para que te hagas a la idea, equivalen a esos conductores que, por la autopista, prefieren circular por el carril de la izquierda aunque vayan frenando el tráfico.

Un movimiento típico de los gilipuertas para quedarse al lado de la puerta es bajarse en la parada, quedarse al lado de la puerta dejando a la gente salir, esperar a que suban al metro los que estaban esperando en la estación y luego subirse él el último para quedarse en su posición inicial. Lo peor es que se creen muy listos.

Otra de las características del gilipuertas es que suelen sufrir del efecto Red Bull: clasifican primeros, salen en Pole Position pero en la primera curva van frenando al resto de viajeros. Es típico lo de pararse en las escaleras mecánicas. ¿Para que hicieron el esfuerzo de ponerse en la puerta?

Hay que diferenciar los gps exteriores de los interiores.

- Exteriores:
Los exteriores están muy estresados por entrar los primeros al vagón. Con los nervios se olvidan de que tienen que dejar salir antes de entrear. Es un principio de la física.
La verdad es que todos lo hemos hecho en alguna ocasión.

Luego están los interiores:
Aquí tenemos un ejemplo de gp de repetición. 
Lee a la vez que escucha música con los auriculares puestos. Con lo cual derriba todas las barreras antropológicas de que el macho humano no puede hacer dos cosas a la vez.
El sujeto, además de ponerse en la puerta, utiliza la revista para poder así ocupar más espacio.

Aquí otro día. Misma ropa. Mismos auriculares. Pero esta vez con libro y situación opuesta. Obsérvese lo difícil que se lo pone a la señora que se quiere subir.

Dentro de los interiores está el subtipo dual. En este caso el modelo porteros de discoteca.

Los de largo recorrido:




Aquí un ejemplo de gp recalcitrante:
Pó aquí. En la pueta. Noh ha jodío 

Me da iguá que la gente tenga que equivarme para pasá. So mú listo

¿Ehdfpdf?
Pó aquí me quedo

Husos

Estoy convencido de que el tipo que convenció a los gobiernos para que hiciesen los cambios horarios era el típico vendedor de humo.
Esa gente que llama a su mujer cari y que luego le pone los cuernos siempre que puede. 
Los que convencen a los presidentes para hacer nuevos ministerios inútiles.