sábado, 23 de julio de 2011

Madrid - Metro (Sudamericanas)

Querida prima Cecilia.

Hoy analizaré uno de los más importantes colectivos de usuarios del Metro de Madrid:

- Las sudamericanas

Entenderé por sudamericanas, a todas aquellas madrileñas con rasgos físicos distintivos propios de regiones de América Central y del Sur.
Por tanto, una chilena, argentina, uruguaya, venezolana, etc. que no represente esos rasgos típicos no podrá nunca ser objeto de este estudio por falta de conocimiento. 
Lo mismo se puede decir al contrario. Cualquier mujer que represente estos rasgos (evidentemente subjetivos) será incluida aunque haya nacido en Matalablima.

Lo primero que debo decirte es que el mito de la mujer latina, como una mujer hermosa, sensual, de rasgos exóticos, piel y cabellos morenos, labios carnosos, cuerpo incitante... es casi totalmente falso. 
Digo "casi" porque la piel y el cabello sí suelen ser morenos. 
Por cierto les recomiendo vivamente que antes de teñirse de rubio se lo piense un par de veces.

Es verdad que se ven algunas latinas impresionantes, pero suelen ser 1 de cada 100 (siendo generosos). El resto son mujeres bajitas o muy bajitas, con sobrepeso, sin ningún gusto para vestirse ni maquillarse, con cuerpos poco atractivos para los cánones españoles y a veces con rasgos masculinos.
(Evidentemente no es que los españoles seamos un dechado de belleza).

He notando que tienen costumbres muy extrañas.
Una de ellas es depilarse las cejas para luego pintárselas. ¿Qué sentido tiene? 
Además se pintan un par de arcos finos encima de cada ojo, lo que les da un aspecto rarísmo.

Otra costumbre es la de ponerse vaqueros ajustados y de talle bajo. Lo cual no tiene ningún problema a no ser que tu cuerpo no tenga cintura o incluso esas chichillas que muchas tienen encima del cinturón.

Casi siempre suelen llevar un par de bolsas cada una. ¿Por qué?

Tienen especial aprecio al calzado de color blanco. Especialmente a las botas.

Si se ponen vaqueros, estos suelen llevara algún adorno tipo bisutería.

Ya centrándonos en el Metro, a mí me parece que tienen un comportamiento extrañísimo.
Entran en el vagón y lo primero que hacen es buscar un asiento libre aunque se vayan a bajar en la siguiente parada. Creo que se debe a que en su cultura ir de pie se considera algo peyorativo.
Nade más introducirse en el metro su cerebro entra en modo Seek and Take. Pierden toda la vergüenza. Lo mismo corren por el vagón, que se cuelan a otras personas.

Casi nunca leen un libro como hacen la mayoría de los otros viajeros. Digo casi nunca porque he visto que algunas son muy aficionados a llevar Biblias que suelen estar subrayadas y llenas de anotaciones.
(Aquí introduzco una reflexión. ¿No se dan cuenta que lo que están leyendo es una traducción hecha por sabe Dios quién de una traducción hecha por sabe Dios quién de una traducción hecha por sabe Dios quién?)
A veces llevan un Sodoku.

Otra cosa que he notado es que todos los sudamericanos -ellos también- suelen llevar lo último en teléfonos móviles y les gusta mucho eso de interactuar con ellos. Todo el viaje cambiando de canción o explotando burbujas.
Ellas al menos nunca les quitan los auriculares y nos ponen el Ragetón a todo volumen.

Pero lo más llamativo es que cuando consiguen un asiento lo que hacen es... ¡dormir!
Salen de casa a toda velocidad. Entran en el metro a toda velocidad. Consiguen un sitio para sentarse a toda velocidad... y se ponen a dormir.
¿?
Si se duermen en el metro ¿qué no harán en la cama?







Otra característica es que antes de llegar a la parada ya cogen sitio enfrente de la puerta (esto es muy madrileño). Cuando se abren las puertas salen disparadas. Llegan las primeras a la escalera mecánica y... ¡se paran en la escalera!
¿Qué sentido tiene? ¿Tenían prisa o no?
Las pocas que suben las escaleras mecánicas caminando tienen una especie de tic y es que cuando ya están llegando al final de las escaleras se paran. Como si hubiese un precipicio. Como si el final de la escalera se las fuese a tragar por esa rendija llena de dientes.

En fin querida prima. Te seguiré contando en la próxima carta. A ver si te hablo de las chonis o algo así.