viernes, 27 de noviembre de 2009

Cartas desde Madrid

Querida prima Cecilia,

he recibido tu carta con las fotos. Los sobrinitos están muy guapos. Han crecido una barbaridad.
Me hizo mucha gracia esa historia del jabalí.

Yo, la verdad es que no tengo mucho que contarte. Aquí aún no ha entrado ese frío atroz que ya deberíamos estar sufriendo y para salir a la calle todavía no hace falta el abrigo gordo.

Las cosas por la ciudad siguen como siempre, con sus locuras.
El otro día quedé con un matrimonio italiano que conocí por temas de trabajo. Fuimos hasta la Puerta del Sol a tomar un café en una terraza.
Estaban asombrados de los horarios de comer en Madrid. Yo les dije que no sólo en Madrid, también -quizás quitando Barcelona- el resto de España.
Ellos, que están acostumbrados a comer temprano, después de visitar un poco la ciudad entraron en un restaurante -que aún estaba vacío- y salió una camarera a atenderlos. Ellos le dijeron que querían comer y ella les dijo que hasta las 13:00h no servían. Eran las las 12:55h.
Cuando les dije que el Viernes anterior, en una comida de empresa, habíamos empezado a comer a las 16:15h, se echaban las manos a la cabeza.
Luego les conté que era normal cenar a las 11 o las 12 de la noche y no se lo creían.

Estaban alojados en un hotel en la Gran Vía y les flipaba que durante toda la noche no habían parado de pasar coches y gente.
Se fueron convencidos de que los madrileños no duermen.
Yo estoy de acuerdo.

Otra cosa que les llamó la atención es que en el teatro que hay enfrente de la puerta del hotel a las 12 del mediodía hubiese chicos de instituto haciendo cola para ver una obra -era Jueves-.
Se fueron convencidos de que los chicos madrileños no van al instituto.
Yo estoy de acuerdo en que muchos de ellos no parecen haber ido jamás.

Estaban también intrigadísimos con la enorme cola de gente que se formaba en la acera de enfrente desde antes de las 7 de la mañana.
Yo les expliqué -o traté de hacerlo- que se trata de una administración de lotería, llamada La Manolita que tiene fama de que los números que venden allí tocan mucho.
Se morían de risa. Decían que si los números son iguales que por qué iba a haber más posibilidades de tocar allí que en otro sitio.
Cuando, de vuelta al hotel, pasamos al lado de La Manolita -cuya cola doblaba la esquina-, vimos a un lotero a pocos metros de la puerta y al lado de la cola, con un cartel que ponía -Lotería de La Manolita- y efectivamente estaba sellada por esa administración.
Nadie le compraba ni un sólo décimo.
Ellos se miraban en medio de un ataque de risa.

Me dices en tu carta que te cuente más diferencias "idiomáticas" entre el madrileño y el asturiano.
Las últimas que he descubierto y de las que quiero prevenirte si finalmente te decides a venir:

- No entienden la expresión "¡Quién me diera!". Así que por ejemplo un compañero de trabajo te dice que si te gustaría estar de vacaciones en ese momento y tú le dices "¡Quién me diera!" se queda con cara de signo de interrogación... "¿Quién te diera qué? ¿dinero?".

- "Echarle papo" o "Vaya papo que tiene". Es un poco engorroso de contar. Digamos que para ellos el papo no es la mejilla. Es una forma bruta de llamar a la vulva, a la vagina.
Así que ni se te ocurra si vas por Madrid y ves a una niña pequeña paseando con sus padres decirle nada del estilo "Ven aquí, que te voy a morder el papo" porque te llevan a la cárcel.

Como sé que también te encantan las fotos que voy haciendo a algunos madrileños en sus maravillosos transportes públicos, aquí te mando algunas imágenes ilustradas.


En la primera puedes observar a la abuela Sarmientos. Cumple todas las premisas del madrileño llegado en los 60 desde un pueblo de Cuenca. Aún no se fía de nadie y es más lista que nadie.
P'empezar, la abuela Sarmiento se sienta junto a la puerta de la salida del autobús (seguro que se las maravilló para entrar la primera) -es de las que se coge la parte del arroz con más gambas-.
La segunda premisa del viajero público madrileño es la de sentarse en el lado del pasillo -como te he repetido infinidad de veces.
La tercera es hacerse la dormida.
La Sarmi además no quiere que se le siente ningún viejo sinvergüenza al lado, ni ningún joven maleducado, ni ningún golfo extranjero.
Para ello la abuela de la EMT se vale de una bolsa que guarda desde las rebajas salvajes del verano del 88 en El Corté Inglés. En la que lo mismo lleva una muda limpia pal Nicolás, que una empanada de chicharrones, que unos churros y unas porras o unas bragas rebajadas.
Evidentemente la abuela es la más sinvergüenza, maleducada y golfa del autobús.

El segundo caso es más patético aún:


Esta es la Petra.
Es auxiliar administrativo en el almacén de una tienda de productos milagro.
Está casada. Tienes dos hijos de 8 y 10 años. Ama a su marido pero sus hijos le dan mucha guerra.

Este caso es un poco diferente al de la abuela Sarmiento.
La Petra cumple las premisas 1, 3 y 4. Pero todas mal.

1. Se sienta cerca de la puerta de salida, pero en la parte de atrás. Donde la gente tiene menos gana de ir de pie y peor humor.
3. Se hace la dormida pero siempre mira de reojo a ver la pinta del que viene. Hace un gesto raro porque es medio miope.
4. Ocupa dos sitios pero de una manera tan descarada que canta un montón.
Por ejemplo. Podía poner el abrigo en el otro lado. Pero tiene miedo de que se lo roben -es un regalo de su querido Carolo- que hace una especie de "semiposesión" del otro asiento.
Es un puñetero abrigo que lleva encima de su regazo, o sea, que todo el abrigo le cabe en su regazo. No tiene sentido que deje un cacho en el otro asiento.
Hace frío, la gente lleva el abrigo. Ella se lo ha quitado para anexionarse un sitio.

Evidentemente todos van pasando a los sitios de atrás hasta que se acaban. Entonces, el último que entra en el autobús es el que se acaba sentando con ella.

Lo malo es que el último suele ser un rumano que precisamente entra el último porque ha tenido bronca con la conductora por intentar escaquearse de pagar el ticket. Decía que no llevaba suelto o que no sabía lo del cambio de tarifa.
Con las prisas nuestro amigo no se ha podido duchar (ni lavarse los dientes).
Tiene a su amiga en Rumanía y hace mucho que no la ve.
Esta deseando conocer a mujeres españolas.

Dice que son muy limpias.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¡¡¡SÍ, SÍ, LO SABÍA!!!

Sobre el post de Personajes desaparecidos.
Acabo de leer en elmundo.es esta noticia: Enrique Iglesias se masturba en un vídeo vetado por la MTV.

Sé que algunos pensarán "este ya sabía algo".
Doy mi palabra de que no.

Acabo de demostrar algunas cosas:
1º No estoy tan loco. No es que crea haber pensado en cosas en las que no había pensado.
2º Hay momentos en los que no sé por qué hay cierta añoranza, nostalgia, recuerdo... de alguien y enseguida está allí la marca para aprovechar esa demanda.
3º -Y que no viene a cuento- Eso de tener que llamar la atención a base de hacer como que se la machaca, dice bastante de la calidad musical de Enrique Iglesias.
(... veo en mi bola mágica, que lo próximo de lo que tendremos noticias será de Enrique Iglesias o su compañía de discos, o quien le haga la promoción, quejándose de la hipocresía de la MTV de YouTube... alegando que las pajas es una cosa cotidianea y natural).

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viernes, 13 de noviembre de 2009

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Respuestas a preguntas frecuentes

- ¿Por qué las modelos de los 90 siguen siendo imagen de muchas firmas y portada de casi todas las revistas femeninas?

- Hay dos razones.

La primera, se llama marketing. Ellas -Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Laura Ponte, Cindy Crawford, Eva Herzivova, Kate Moss...- son marcas reconocibles.

La segunda se llama Photoshop.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Garrulismo en el transporte

Otro ejemplo de los garrulos que somos.
Corresponde la imagen a un viaje en tren de hace unos meses.
Como muchos sabéis, cada vagón hay una pantalla que nos muestra el número de coche en el que vamos, la hora -en este caso estaba confundida- y de forma intermitente el número de tren o la velocidad a la que vamos.
El tipo o la tipa -ya no me acuerdo- que iba sentado debajo del letrero, decidió poner su cazadora en la bandeja que tenía sobre él, pero ya de paso dejando la mitad en el aire, tapando justo el indicador de la velocidad a la que viajábamos.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Reparto de la riqueza

Esta es la cuenta que paga un millonario cuando se va a a almorzar -no a cenar como dice la imagen- con otras cinco personas a un restaurante de lujo.


Personajes desaparecidos

Me sucede a veces que me acuerdo de algún músico, presentador, actor... que hace unos años estuvieron muy de moda y de los que no se oye hablar últimamente.
A los pocos días encuentro una noticia que dice que saca disco, presenta un programa, estrena una película...
A veces pienso si soy blanco de algún tipo de publicidad subliminal. Primero nos ponen una canción, un extracto de un programa, una película antigua y después nos anuncian el estreno.

Voy a hacer la prueba a ver si lo que pasa es que me acuerdo de mucha gente y, claro, alguno tiene que aparecer.

El personaje del que me he acordado es: ENRIQUE IGLESIAS

viernes, 6 de noviembre de 2009

Mis veinte años

Viajo por túneles.
Realmente no hay mucho que ver allí abajo, así que los que hacemos estos trayectos solemos acompañarnos de un libro, de apuntes o de música.
Últimamente no he estado leyendo mucho. He escuchado un poco de música. Viejas canciones que ya conocía, otras que ya debería haber escuchado hace muchos años, música más actual... Ha habido cosas que me han gustado mucho, otras menos y otras casi nada.
Revolviendo en el reproductor de mp3 encontré una carpeta que se llama Los D^ebiles (o algo así).
Hacía tiempo que no escuchaba esas canciones.
Nunca he tenido una perspectiva válida de lo que hacíamos. Y creo que nunca la tendré. No sé con claridad qué tipo de música hacíamos. Si era buena, mala, regular. Supongo que dentro de cada canción habría una mezcla de cosas interesantes y otras aborrecibles. Sí creo que todos los discos tienen el lastre de la producción -el sonido, cómo están tocados, mezclados...-.
En todo caso- ese día llegué a trabajar escuchando una de nuestras canciones. Fue una sensación maravillosa. No sé describirla. Fue como volver a mí, a lo que era, a lo que soy, o a lo que yo debería ser.
Hace unos años, no muchos -antes de seguir el mismo camino por el que huye la gente-, yo tenía una banda de rock'n roll. Yo aún estaba vivo y -en nuestro diminuto mundo- era alguien.
No me importaba si había una crisis, si incrementaban el sueldo o los impuestos, si subía el billete del autobús o si tenía que hacer algo para que mi jefe no se enfadase.
Evidentemente no era un tipo feliz. Nadie es feliz. Fue una época de dudas, de amores frágiles, de miedos, de soledades, de inseguridad, de preocupación por el futuro, de muros que parecían infranqueables, de limitaciones económicas... tenía veinte años.
Nunca creí que lo que hacíamos fuese del todo serio. Estaba el resto del mundo recordándonos lo que debíamos hacer.
Reconozco que más que probablemente no hubiésemos llegado a nada -económicamente hablando-. Muchos menos yo, que no tengo ninguna aptitud musical.
No digo que tocar en grupo haya sido mejor que hacer otra cosa. Simplemente era lo que nosotros hacíamos, lo que nos gustaba. Otros viajaron, o conocieron personas, o leyeron, o subieron montañas. Es lo mismo.
Yo agradezco que, en esa época diferente -improductivos pero mágicos- en la que te puedes permitir la libertad de no pagar un alquiler o una hipoteca, de no ir a trabajar todos los días o de no cuidar de más personas, yo haya podido viajar con algunos de mis héroes. Carlos Lana, César, Luis, Jandro, Alvarín y -siempre- Toli.
No sé si su música juega con ventaja sobre mí -supongo que sí- pero, aunque sus nuevas canciones han ido haciéndose aún un poco más densas y difíciles, sigo encontrando en ellas verdades que yo podría firmar o de las que puedo aprender y, sobre todo, me hacen recordar a ese que me gustaría ser pero que ya no puedo.
Estoy convencido que en algún lugar, esa parte de nosotros sigue tocando en conciertos perdidos, con frío, casi sin público y con muy poco dinero.

Por eso quiero agradecer a Los Débiles que me hayan dejado tocar, aprender, viajar y vivir con ellos durante mis veinte años.

Ahora ya somos como nunca pretendimos(...)
Celebremos que nos mantenemos a pesar
De haber dejado nuestros sueños atrás(...)
El amor frágil ya se fue

Y lo aceptamos como época pasada
"Oro" de Gabriel Benz y Los Supervivientes
por D.G.Tolivia

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cartas desde Madrid

Querida prima Cecilia,

he recibido tu carta. Me alegro que hayas aprobado todas las asignaturas.

Yo no tengo nada nuevo que contarte. Como ves sigo por los madriles, que tienen sus cosas buenas y sus cosas malas.
Yo siempre te hablo de las cosas malas porque creo que pueden resultarte más interesantes.

Sigo enfadándome todos los días por lo estúpidamente competitivos y la poca educación que se ven todos el tiempo en estas calles.
No te confundas, no digo que toda la gente que vive en Madrid sean maleducados. Lo que pasa es que en las grandes ciudades se ven mucho más los extremos. La gente más culta y a su lado lo más garrulo que te puedas imaginar.

Una cosa que me sorprendió mucho cuando llegué aquí fue lo de la prostitución. Vas paseando por la Gran Vía, viendo las tiendas de las marcas más exclusivas, las joyerías con las piezas más caras y de pronto, a la vista de hombres, mujeres y niños te topas con una calle llena de putas y de chulos.
Yo había visto alguna, en el Campillín, por la noche... pero a las once de la mañana de un Jueves, delante del cuartel de la policía... eso nunca.
Los que somos de pueblo, no podemos ir por la calle Montera sin flipar en colores, aunque pasemos mil veces.

También el asunto de la homosexualidad es muy común. Puedes ver a parejas de todas las edades, uno un guaje -aquí dicen chiquito- y el otro un paisano -aquí dicen un vejete-, chicas con señoras, travestis, transexuales haciendo la compra en el Dia -nunca sé si ayudarles a poner las cosas en la caja o no, por un lado parecen delicadas pero luego tienen unos brazos más grandes que mis muslos-. Hace un año y pico se veían bastantes tríos, ahora parece que se pasó un poco de moda.

En cuanto a las pintas de la gente... qué te voy a decir. Al ser una ciudad grande la gente suele ir muy mal vestida. Las madrileñas suelen tener tendencia al hippismo urbano. Les gusta mucho el pelo negro negro, con la raya del ojo muy negra y marcada. Son, generalmente, menos femeninas que en Asturias -o eso me parece a mí-. Llevan unos pantalones pitillo caídos con zapatos de plano que si no tienen dieciséis años suelen sentar francamente mal.
Las peores son las "chonis". Es como el subgrupo más importante dentro de las madrileñas -aunque ninguna madrileña lo quiera reconocer-. Suelen ser chicas jóvenes, con cierta tendencia a vestir "deportivas", fumadoas, piel pálida, raya en el ojo, pelo con moños, chicle, hablan a voces, suelen llevar camisetas escotadas, marcan teta, enseñan sujetador y tanga. Su rasgo más característicos es que hablan a voces, marcan esas jotas asquerosas "ejjjjjque, tía, Ojjjjcar è un ajjjjqueroso" y en el transporte público no les importa una mierda que todo el mundo se entere de sus intimidades. Ojcar en un ajqueroso, pero ella sigue con él. Aunque -eso sí- le va a poner un ultimátum ejcrito por ejeemeeje. Sus amigas siempre le aconsejan que pase de él o se haga al dura.
Yo las veo pelín agresivas para los cánones que se llevaban en mis tiempos. No digo que en Asturias no haya gente chunga, pero somos de otra manera. No sé explicarlo.

El problema de Madrid es que es un sitio bastante pequeño para una población tan grande. Así que hay un poco de tensión por el espacio.
No puedes imaginarte la sensación de claustrofobia que es que el metro se quede parado en un túnel entre dos estaciones con el vagón lleno a rebosar y un calor de morirte.
Ir al supermercado a cualquier hora consiste en un ejercicio de esquivar, apartarse, esperar, entrar, hacerse a un lado, empujar... Cada vez que voy a Asturias y veo el Alimerka, con todo ese espacio ordenado, limpio, con dependientes en la caja, en la panadería, en la carnicería, en la frutería... tengo a veces hasta sensación de agorafobia.
Si hubiese Alimerkas en Madrid, los madrileños irían allí a pasar el fin de semana. Estarían mejor que en casa.
Luego, a la hora de pagar, una cola enorme, se pelean entre ellos, se cuelan, riñen con la cajera, discuten por un carrito...
No me extraña que aquí la gente que trabaja de cara al público sea tan borde.

El problema de la falta de espacio no sería importante si la gente no se odiase entre ellos.
Así que es de lo más normal que en el transporte público, como tantas veces te he contado, que está petao de gente, los haya que cojan los asientos de dos en dos aunque los demás se tengan que quedar de pie. Ya tienes fotos de la forma de sentarse.

Hoy te muestro otro tipo de ocupación. Es la del tipo "mi bolso necesita ir cómodo". Y yo siempre me pregunto "¿los bolsos pagan el abono transporte como adultos o tienen algún tipo de descuento?"
Digo yo que si el bolso es vintage o de cuero viejo, tendrá el descuento de jubilado.
Asimismo tendrá el descuento de estudiante en el caso de que el bolso sea de Salvador Bachiller...

He de decir en defensa de esta señora tan maleducada, tan poco cívica e insolidaria -aunque seguro que luego va por la vida de progresista- que mucha de la gente que viaja en el transporte público madrileño huele de una manera que no es imaginable.
El otro día un amigo andaluz, que es mucho más expresivo que yo, me lo definía perfectamente como "olor a pis seco".

Puedo decir que hace una semana se me sentó lo que parecía una ser humano en el asiento de delante en el autobús. Yo no soy especialmente escrupuloso en el aspecto olfativo. Pero era tal el olor que me mareé. Y no estoy exagerando.
No olía a sudor como podemos oler todos si vamos a trabajar a una obra con la misma ropa y no nos duchamos durante dos o tres días.
Estoy hablando de gente que juega en otras ligas.
En la NBA del hedor. En la Champions de la peste. En las series mundiales de la fetidez. En la NFL de la arcada. En la final four de la miasma. En el campeonato intergaláctico de la podredumbre.

Aún así, esa tía de la foto es una egoísta.