domingo, 31 de enero de 2010

Mis adorables vecinos

En el edificio donde sobrevivo vive una familia. Padre, madre y dos hijos. Aunque yo los definiría como Callado, loca y dos futuros psicópatas
No soy nada bueno echando años pero, el mayor -Jaime-, tendrá unos 12 ó 13 años y el pequeño -Gonzalo- unos 8 ó 9.
Se trata de un núcleo matriarcal donde la madre decide, hace y dice todo. Cree que tener hijos es estar encima de ellos riñéndoles todo el tiempo. Si mi madre hubiese sido así, yo ahora sería un asesino en serie.

El contacto que tengo con ellos por semana comienza a las 20:00h. Se oye una especie de estampida subiendo las escaleras de madera. Los niños llegan del cole -o de lo que se haga después del cole- con la loca de su madre. Ellos suben dando golpes -lo cual es molesto- y su madre sube detrás riñéndoles -lo cual es muy molesto-. La mamá tiene un tono de voz que no es recomendable para las personas que ya por sí tenemos un poco de stress en nuestras vidas.
Cuando llegan a casa, da igual que haga mucho frío o mucho calor, abren la ventana de la cocina.
Hasta las 22:30 en que los niños se acuestan su madre no para de reñirlos. Y no estoy exagerando. Gonzalo esto. Gonzalo lo otro.
Gonzalo pasa absolutamente porque como lo han estado riñendo desde que nació. Piensa que es normal. Él táctica que emplea es poner voz de llorón y decir las cosas como si estuviese llorando.
Esto, repetido día tras día, con el patio de vecinos haciendo de amplificador es horripilante.
- (Con voz aguda y alta) ¡Gonzalo, a la mesa!
- (Con voz de llorón) Es que papá me ha dicho que le ayude con el enchufe
- (Voz más aguda) ¡Pues déjalo y ven a cenar!
- (Más llorón) Es que nosequéynosequémás
- (Más aguda aún) ¡Gonzalo puesnoséqué!

Y así día tras día. Cada día un capítulo que es igual que el anterior. En unos la bronca es porque Gonzalo no se ducha. En otros porque lleva demasiado tiempo en la ducha. En otros porque tira y rompe algo. En otros Gonzalo nos informa a todos los vecinos de que ya acabó de hacer caca.
Mis tres capítulos favoritos -porque se salieron de lo habitual- fueron, el primero, el padre reúne a los dos hijos y les dice que deben ser los mejores en cualquier cosa que realicen, el capítulo lo titulé Competitividad a la americana no aplicable en España. Debería hablarles de enchufes, contactos, padrinos, vender humo, saber arrimarse, alinearse y hacer el papel de trabajador comprometido -por ejemplo, con horas extras de gratis-.
El segundo en el que la loca en vez de reñir a los niños, riñó al padre porque no la ayudó a poner la mesa. ¿La razón? Estaba viendo la presentación de Cristiano Ronaldo. En serio. Lo titulé Cristiano o la conciliación.
Pero mi favorito fue ese en el que, le metieron dos yoyas al Gonzalo. No sé que coño hizo el crío que a la madre se le escapó la mano. La cosa no quedó ahí, Gonzalo, que debía ser la primera vez que cobraba en su vida, comenzó una plática -evidentemente aprendida en el colegio- mientras lloraba. Su madre le apremieaba para que se callase, pero él seguía hablando y hablando. La frase o mensaje central del discurso era que no había que utilizar la violencia, que las cosas había que hablarlas. Al menos por una vez la loca, le dijo a su marido que cerrase la ventana, cosa que rápidamente hizo, antes de que algún vecino que viese mucho la tele llamase a la policía.
Ese día Gonzalo aprendió varias cosas. Que lo que te enseñan en el colegio suele ser mentira. Que la gente prefiere dar una torta a hablar. Y que no te puedes fiar ni de tu madre.


La verdad es que parece como una mala serie española, en la que tienen que meter todos los temas de actualidad a calzador, malos tratos, relación laboral y sexo, futuro labora.
Lo único, que no hay tetas y los buenos no son progres y los malos fachas.