domingo, 9 de diciembre de 2018

Frases de artistas

Hoy:

Hay muchas mujeres dentro de mí, algunas que ni conozco.

(Es la evolución. Si podemos escoger el sexo, digo género, ¿por qué no también el número?)

Vanesa Martín. Mujer(es) y cantante(s).
Su último trabajo tiene "una energía muy especial".

sábado, 8 de diciembre de 2018

Madera, electricidad y WiFi

Hubo un tiempo en el que sólo había guitarras acústicas. En algún momento fue necesario amplificar su sonido. Eso llevó a la abominación de añadirles unas pastillas, incluso de arrancarles trozos importantes de madera para injertales cables y diferentes piezas metálicas.
A ese engendro antinatural se le llamó guitarra eléctrica. Los nuevos guitarristas fueron evolucionando ese aparato con el que trabajaban y, en vez de buscar el sonido de una guitarra acústica amplificada, fueron encontrando sonidos cada vez más distintos. Se ayudaron de más pastillas, amplificadores, pedales y de todo lo que se les pasó por las manos. Finalmente, las guitarras acústicas y las eléctricas se convirtieron en instrumentos diferentes.

Desde la más lejana antigüedad existió la percusión. Se construyeron tambores, platos, maracas, bloques, triángulos y un sin fin de objetos que servían para golpear y ser golpeados. Fue a principios del siglo XX, cuando algunos de esos instrumentos se unieron para formar los que llamaron batería. En un principio era un bombo y una caja. En el bombo se marcaban todos los tiempos del compás y la caja se utilizaba para hacer redobles y figuras típicas de las marchas. Con la aparición del cine mudo la batería se hizo más compleja y se añadieron muchos otros elementos para crear efectos de sonido mientras se proyectaban las películas.
Fue con la aparición de las grandes bandas cuando la batería se perfeccionó y bateristas como Gene Kruppa o Buddy Rich la ordenaron académicamente y le dieron la forma física que aún perdura. 
Llegó el Rock and Roll y se simplificaron los ritmos y las canciones para un público juvenil que buscaba canciones más inmediatas para bailar y cantar.
El pop la simplificó aún más. El backbeat se convirtió en el ritmo básico para todo lo que vino en las siguientes décadas.
El Rock aún llevó la simplificación más lejos. Cualquiera podía tocar una canción. 

Han pasado los años y los ordenadores han evolucionado y se ha abaratado de un modo absolutamente increíble. Todos en nuestras manos tenemos aparatos capaces de hacer una llamada de teléfono, dirigirnos por una carretera comarcal, sacar una foto y enviarla a Nueva Zelanda, leer un libro, ver una película o crear una canción.

Se pueden hacer canciones con violines de Cremona, con baterías de Chicago o con efectos creados por un programador.

Tenemos que aceptar que esas preciosidades nacaradas que admiramos son casi dinosaurios en una época en que saber tocar un instrumento, aunque fuese eléctrico, ya no es necesario.

Del mismo modo que alguien agujereó la madera de fresno de una guitarra para aprovechar la electricidad que tenía a mano, hoy otra persona va a utilizar una aplicación porque no tiene más que pulsar un botón.

Lo inmediato que llega y que pasará para que otra cosa inmediata vuelva a pasar.