lunes, 24 de mayo de 2010

Bodas (7ª parte)

Para una mujer el día de su boda, es el día más mágico. El centro de su existencia. El mar al que va dirigida su vida.

Para los hombres es distinto.
No conozco a ningún tío que haya soñado jamás en el día de su boda -a no ser que sea en una pesadilla-. Las mías consistían en cuánto dinero podía perder, en si no iba a ir nadie, en si algún borracho reventaba la boda y el hostelero me lo hacía pagar a mí (cosa que, por cierto, en parte acabó sucediendo), o en si los invitados se iba a aburrir demasiado.
Un hombre jamás se ve de novio a sí mismo. No existen clases prácticas de novio. Pero finalmente lo acabas haciendo. Yo no diría que de modo natural pero lo acabas haciendo. La situación te obliga a que hagas el papel porque es lo que tienes que hacer y lo haces del mismo modo que vas a conocer a los padres de tu novia o empiezas una carrera: con una mezcla de presión social, de inercia y de inconsciencia. Como todo el mundo.

Pero la novia, no. A los 3 años ya sabía cómo iba a ser su príncipe azul. A los 5 años ya sabía qué vestido iba a llevar, la longitud del velo y el tipo de escote. A los 13 dónde se va a casar. A los 14 dónde celebrará el banquete. A los 16 sabe del estilo que quiere que sea su boda. A los 17 a quién va invitar. A partir de ahí se dedica a ir bajando el listón de su príncipe azul. (El maquillaje lo sabe 4 meses antes. El peinado se deja en manos del peluquero a última hora).
Finalmente no encuentra un vestido como el que había soñado, se tiene que casar en la única iglesia que esté libre un sábado, en otro restaurante, el estilo de la ceremonia no lo podrá elegir, los invitados que quiere que vayan le fallan y los que no quiere que vayan se autoinvitan o los autoinvita su madre. Del príncipe azul ni hablo.
El novio es quien acaba pagando todas esas frustraciones.

Si tuviésemos que buscar, en una boda su esencia -eso que los americanos llaman hard core-. Yo diría sin miedo a equivocarme que es el traje de la novia.
Tengo amigas que me cuentan que ya desde pequeñas soñaban con el traje de su boda.
Conozco chicas que no han pisado una iglesia en lustros y no la van a volver a pisar desde el día de su boda. Pero hacen una boda religiosa para poder vestirse de novia clásica.

El punto  más simpático es que los hombres ni entendemos ni nos interesa nada toda esa mierda sobre el traje de novia.
Allí están ellas, guardando su secreto, sufriendo porque las pruebas han sido un desastre.
Ella está disgustada, dice que el traje le está dando problemas, pero que no te lo puede explicar porque entonces te enterarías de cómo es el vestido.
Y tú, mientras la miras con cara compungida, piensas para tus adentros: "Y a mí qué me importa el vestido. Yo quiero ver qué hace Nadal con esta bola de break, que ya lleva dos desperdiciadas y  no es capaz de romperle el saque al otro".
Y ella te pregunta: "¿Qué crees que va a ser 'sirena' o 'princesita'?"
Y tú le respondes: "¿Qué es eso?" Mientras piensas: "¿por qué Nadal no tendrá un saque mejor?"
Ella te lo explica.
Tú respondes: "El que tú prefieras cariño" mientras piensas "si Nadal tuviese un primero potente ya llevaría 10 torneos del Gran Slam".
Ella: "Alguno te gustará más"
Tú, que ya has olvidado la diferencia entre 'princesita' y 'sirena'. Contestas lo único que te suena: "El de hada". Y sigues haciendo cuentas de si llevaría más torneos que Federer.
Ella: "¡Será de princesita!"
Tú: "Ese". (Déjate, que tantos gran slam no, pero por ahí se andaría...).
Ella: "¿Escote de barco o palabra de honor?"
Tú estás fijándote en la diferencia de tamaño entre el brazo izquierdo y el derecho de Nadal, pero la pregunta te rompe. ¡Escote de barco o palabra de honor!
Ella te explica lo que son. 
Tú no eres tonto. Sabes lo que es un escote y lo que es un barco. De hecho es algo en que todos los hombres nos hemos fijado desde nuestra infancia -y en los barcos también-. Pero los dos términos (escote + barco) juntos son difíciles de casar.
Cuando ella te lo explica le encuentras lógica a lo de escote de barco (un escote con forma de la barriga de un barco) pero lo de "palabra de honor" no, no le acabas de coger el porqué. Pero te da igual porque en ese momento Rafa Nadal acaba de romperle el servicio a su rival. Te pones contento y levantas el puño mientras dices "¡bien!".
Ella entonces te llama imbécil.

Una de las cosas que más nos diferencia a los hombres de las mujeres es ese detalle.
Respondemos a la misma pregunta de diferentes modos.
- ¿Cómo estaba la novia?
Ella: Guapísima. El maquillaje era muy natural. Muy luminoso.
Él: No sé. No me fijé
Y es que para los hombres, como más guapa está una chica es con una camiseta más bien ajustada, vaqueros, pelo largo suelto, poco maquillaje y sin anillo. Ahí no hay trampa ni cartón.

- ¿Cómo iba la novia?
Ella: Era un traje de Ferdinand, comprado en la tienda de la calle Petrata, en crepé de seda natural bañado en muselina, con bandas cruzadas en satén, ligeramente drapeadas, bordeando el escote y la espalda, y un bordado de cristal sobre los hombros. En la cabeza llevaba el pelo semirrecogido y un velo de encaje de Bruselas, que había sido de su abuela, sujeto con una diadema de brillantes y esmeraldas, y en el escote -de barco-, un broche de esmeraldas. El ramo era un bouquet de rosas blancas y sándalo abisinio en tonos terracota con fondo blanco.
Él: De blanco.