miércoles, 31 de agosto de 2016

Los cruzados

El final para mí fue lo más puro, lo más real.
Un doctorado después de una larga carrera.
Navegando solos, contra el viento y contra la mar.
Casi sin puertos en los que recalar.
Con la proa siempre orientada hacia el norte.
Sin faros a la vista. Guiándonos por las estrellas.
Por nuestra estrella.

Otros combates, otras trincheras. Mis dos caballeros andantes y yo.

Again

¿Es esto a lo que llaman 'El eterno retorno'?

domingo, 28 de agosto de 2016

sábado, 27 de agosto de 2016

Héroes mercenarios

De pequeños la televisión estatal nos adoctrinaba sobre la maldad del capitalismo y las bondades del marxismo a través de un programa infantil de televisión -hoy sobrevaloradísimo- llamado La Bola de Cristal.
Pero lo que de verdad nos gustaba y nos sigue gustando eran series ochenteras estadounidenses como El Equipo A.
El Equipo A es claramente -y seguro que son pretenderlo- una serie anarcocapitalista. El argumento que se repetía en esta serie era el de un grupo de personas que, amenazadas injustamente por otras más armadas, contrataban a un grupo de mercenarios para que les proporcionaran a cambio de dinero la protección que no podían recibir del estado.
Los malos generalmente estaban organizados en mafias que, obviamente, tenían relación con algún poder público. Ya fuese el sheriff del condado, el gobernador estatal o algún monopolio o concesionaria.
El Equipo A, estaba formado solamente por cuatro o cinco miembros que tenían una clara división de tareas. Eran veteranos, con experiencia y altamente especializados.
Su infraestructura era mínima. Apenas contaban con una furgoneta (muy molona para la época, eso sí) y unas pocas armas plateadas.
Aun así eran capaces de cargarse al grupo oponente que contenga con una implantación, personal, organización, infraestructuras y poder económico superiores.
Históricamente nos podemos encontrar con cientos de casos donde una pequeña guerrilla pone en jaque a ejércitos regulares muy superiores en número y poder. Actualmente lo vemos con el llamado ISIS.
Su tarifa era alta. A veces no la cobraban, lo  que era un gesto de solidaridad, ya que era voluntario. No había coerción externa.

Se daban pues muchos de los principios anarcocapitalistas. Voluntariedad, nadie te obligaba a contratar o a pagar al Equipo A. Crítica al estado, el estado ni siquiera es capaz de protegerte, genera monopolios, favorece a la mafias. Defensa la propiedad privada, la defensa de la propiedad es esencial. Libre mercado, el comercio es defendido como la base de la creación la riqueza. derecho a la vida, ningún malvado moría, no había ejecuciones. Libertad para la posesión de armas.

Es cierto que una vez detenidos los malvados los entregaban a la justicia estatal, lo cual constituye una cierta contradicción con la filosofía libertaria, pero los guionistas tenían que resolver los epílogos en un minuto y no creo error hubiese tiempo para mucha floritura.

jueves, 25 de agosto de 2016

Perdidos

Viajando a cien mil kilómetros por hora. Repitiendo los mismos comportamientos. Buscando seguridad en rutinas. Fingiendo que lo hacemos bien.
Autoengañándonos.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Cuando te vayas

Me despierto pensando en que te he visto más lento que la última vez.
Sé que ya han dado las diez en tu reloj aunque yo me empeñe en no verlo.
Me rompe el corazón cuando me hablas de vidas independientes o de tu futuro inmediato.
Padres eternos de nuestros cuentos de hadas irreales.
Ni en mil años de rodillas te agradecería todo el sacrificio y el amor.

No estoy preparado.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Comedores de pipas

Los comedores de pipas ya están aquí.
Han estado todo el día en la playa. Se han dado una ducha rápida, se han vestido sus pantalones piratas, se han comido un bocadillo y ya han comprado dos bolsas de pipas en el kiosko.
Ya pasean con sus caras aburridas delante de las terrazas mirando a sus ocupantes y a sus consumiciones.
Con sus perritos, sus sillas de bebé, su bolsa bandolera, su cigarro y sus sandalias.
Tienen que volver morenos para que los vean en sus trabajos que les permiten pagar sus hipotecas disparatadas, sus iPhones y las próximas vacaciones de cinco días.

Faroleros

¿Qué sentido tiene que en el año 2016 los encargados del mobiliario urbano sigan empecinados en comprar e instalar farolas del estilo del siglo XIX en todas partes?


* Añadido el 26/08/2016. Me dicen que uno de los problemas más graves de estas farolas es que iluminan principalmente a la altura de del foco en vez de hacia abajo. Esto provoca que haya muchas quejas de vecinos que viven en las plantas bajas. A su vez, toda esa contaminación lumínica es energía que se desperdicia iluminando menos lo que tiene que iluminar y más lo que no tiene que hacer.

martes, 16 de agosto de 2016

El que más grita

El que más grita en el bar suele estar hablando de fútbol.
El que más grita intenta aparentar que es el que más sabe.
El que más grita quiere pasar por el más interesante.
El que más grita intenta demostrar que es el más simpático.
El que más grita permíteme hacer saber que es el que conoce a más chicas.
El que más grita hacer creer que está de vuelta de todo porque ya todo lo ha vivido.
El que más grita exterioriza que es el que mejor se lo pasa.
El que más grita no tiene nada interesante que decir.
El que más grita es el más ignorante.
El que más grita es el más aburrido.
El que más grita del bar no llega ni a graciosete.
El que más grita no liga nada.
Para el que más grita el tiempo está pasándole por encima.
El que más grita está aburrido. Está solo. Está triste.
Grita en el bar con sus colegas y llora en la habitación con su soledad.

sábado, 13 de agosto de 2016

Periodismo olímpico

Estoy siguiendo algunas de las competiciones de las Olimpiadas de Río. La retransmisión por televisión la hace TVE.
He comprobado que la forma de seguir cada evento en que hay participación española suele seguir una pautas.
Al comienzo se nos presenta al español como un oro prácticamente asegurado. A medida que la competición avanza y el español comienza a verse reflejado de los puestos dominantes, se presenta esta situación como una pequeña dificultad que se solventará fácilmente. Cuando la pérdida de posiciones ya parece clara y la recuperación es imposible se nos informa de la dificultades, lesiones, problemas familiares, líos federativos, muerte de su entrenador o cualquier catástrofe que en los últimos meses ha estado envuelto nuestro deportista. Finalmente, nos enteramos de que ese medallista seguro tenía como mejor marca la 224ª del mundo este año y su mejor puesto fue un quinto en unos Juegos del Mediterráneo de haber ocho años.
Pero a lo que vengo es a hablar de otra cosa. De populismo.
La muestra más clara es cuando un deportista español consigue medalla. Generalmente nuestra medallista suele ser una mujer o un equipo femenino, en deportes que no practica ni el Tato. Deportes en los que no sabes si el partido tiene dos tiempos o cuatro, que te sorprenden con tarjetas verdes (¿ecológicas?), o que no sabes ni entiendes el sistema de puntuación, repesca o que existiera categoría femenina.
Pues ahí tenemos a nuestra pareja de periodistas deportivos. La octava Olimpiada de una y la sexta del otro. Más de cincuenta años de experiencia entre los dos. Enfrente de ellos nuestro medallista. A mi se me ocurren media docena de preguntas. A nuestros entrevistadores se les deberían de ocurrir al menos el triple por cabeza. Pero las preguntas -independientemente del metal de la medalla, sexo del triunfador, marca, participación, competición individual o por equipos- siempre son las mismas: cómo te sientes, a quién le dedicas la medalla, quieres mandar un mensaje a toda la gente que te ha apoyado, quieres saludar a los vecinos de tu pueblo que se han quedado hasta la tres de la mañana para verte.
Durante una hora pueden hacer preguntas girando sobre estos asuntos sin que nos enteremos jamás de su trayectoria, la edad a la que se iniciaron en el deporte, su opinión sobre sustancias prohibidas y su uso en la competición, sobre si el deporte profesional puede ser dañino para el cuerpo o cómo lo transforma y las consecuencias externas que eso trae consigo. Lo que sea.
El aspecto más patético es la búsqueda de la lágrima. Ya sea durante la propia entrevista o repitiendo el vídeo de la entrega de las medallas, se busca la imagen del deportista llorando. Como si llorar nos hiciese más humanos después de verlos durante días sudar a chorros.
No creo que los periodistas sean tan cortos de recursos. Estoy convencido de que hacen lo que le piden sus jefes. Sus jefes, a su vez les exigen lo que el público demanda. Y que deberían negarle pero no se atreven. El público quiere falsa modestia, papás orgullosos, entrenadores felices, vecinos exultantes. Todo regado de lágrimas. De muchas lágrimas.

Y de mocos.

martes, 9 de agosto de 2016

Encontrada

Sí. Escondida entre hortensias y camelias en un parque de Navia.
Sí. Era ella. La última cabina telefónica completa. Con su auricular y todo su equipamiento.
¿Para qué sirve?
Pues si ustedes fijan en la parte inferior de la cabina se puede apreciar que alguien ha orinado.

sábado, 6 de agosto de 2016

Voladores

Desde que tengo memoria me han fascinado las fiestas de los pueblos.
Mi fascinación no debe interpretarse positivamente.
Una de las cosas que más me han llamado siempre la atención son los voladores. Así los llaman en mi pueblo. No sé cuál será su denominación en otras zonas ¿petardos, cohetes...?
El volador consiste en un palo muy ligero del tipo de los juncos esos que crecen junto a los ríos, al que se le une un cartucho de pólvora y una mecha. Al encender la mecha el volador sale despedido y en unos tres, cuatro o cinco segundos aproximadamente explota.
Diciéndolo educadamente siempre me han molestado enormemente.
Son peligrosos. Son ruidosos. No aportan nada positivo a las fiestas de los pueblos, que ya son de por sí vulgares.
Imagino que su función viene del pasado cuando ir de un pueblo a otro era algo así como hoy ir de un una comunidad autónoma a otra. Tirar un petardo para que los pueblos de al lado se enteren de que hay una fiesta y se unan o se fastidien.
Hoy para informar de la fiesta ya existen periódicos, carteles, programas de las fiestas, tablones de anuncios, internet...
Otra posible función del volador es la de informar del inicio de un acontecimiento. Por ejemplo, que empiezan los pasacalles, alborada o como se llamen los gaiteros y tamborileros esos que recorren el pueblo a las nueve de la mañana después de que la orquesta estuviese atronando a todo el pueblo hasta las seis y media. Lo cual no tiene el más mínimo sentido.
Pero es que también se usan para anunciar final del evento. En mi pueblo, en las sardinadas que se hacen durante el verano, cuando se acaban las sardinas, tiran voladores. No uno, ni dos. Unos cuantos. Lo malo es que las sardinas se pueden acabar a las dos de las mañana. Lo  cual a los vecinos que estén durmiendo, ya sea porque trabajen al día siguiente -por ejemplo pescando sardinas-, porque a la mañana siguiente tienen cosas que hacer, porque son niños, personas mayores, enfermos... le tiene que hacer una gracia de órdago.

Todo es esto me sirve como entradilla para lo que realmente vengo a contar. Quiero hablar del tipo que tira los voladores.
Les vengo haciendo un seguimiento desde que era crío.
Yo no diría que son exactamente el tonto del pueblo pero sí pertenecen a ese orden, reino, género, familia, tipo, especie o algo relacionado.
El que enciende los voladores es el típico tonto pero que se cree listo. El que está convencido de que todo lo hace bien.
Es tan tonto que cree que realmente es una figura clave para sacar adelante las fiestas. Piensa que para encender un volador se necesitan unos conocimientos equiparables a los de un ingeniero aeronáutico. Mataría si le ofreciesen a otro la crucial tarea de tirar los voladores. Siempre piensa que todo el mundo lo mira. En el fondo es una actividad que parece hecha especialmente para él: poco trabajo, poca complicación pero con resultados vistosos o, al menos, sonoros. Le gusta ser contemplado por su hijo pequeño mientras lanza petardos al cielo para que tenga un recuerdo vital de lo importante que era su padre. Días de gloria con su panza y ese cigarro con el que prende la mecha. La octava salva ya la envía al cielo mientras sostiene un vaso de plástico con su vino cosechero del mismo modo que quien demuestra que lo tiene todo dominado. La duodécima ya va con el cacharro de Ballantines en la mano. En la decimosexta se quema la mano con la que sujeta el volador al encenderlo pero ni de entera. Con la vigésima está a punto de meter el volador por la ventana de la casa del Venancio debido a la borrachera que arrastra. Después deja a los críos del pueblo que tiren los últimos voladores y acaban incendiando un pajar.
El voladores se levanta a la mañana siguiente con resaca de alcohol y tabaco, oliendo a pólvora, con una mano quemada y la otra calva y oliendo a torreznillos pero henchido de orgullo pensando en qué importante tarea le ha sido encomendada.
El año que viene rezará para que la Comisión cuente con él de nuevo.

jueves, 4 de agosto de 2016

Güija

- Indalecio, si estás entre nosotros manifiéstate.
- ¡OTAN NO! ¡BASES FUERA!
- ¡Compañero!

miércoles, 3 de agosto de 2016

La rendición de Atlas

Atlas humano, lleno de defectos. Atlas atacado, superado y agresivo.
Si la serpiente consigue que el mundo que él sujeta en solitario le odie, ¿para qué seguir?
Atlas culpable, incomprendido y siempre solo.