miércoles, 5 de febrero de 2014

Entrometiéndome

Desde que tengo memoria recuerdo que siempre he tenido cierta tendencia a la reinserción del friki.
Me explico.
En muchas ocasiones que ha habido alguien al que el resto consideraban un tipo raro o alguien con el que no se debería tener mucho trato. Ahí estaba yo. Haciéndome su colega e intentando meterlo en el grupo.
Lejos de ser una alabanza hacia mi carácter lo que estoy diciendo es que soy gilipollas. No recuerdo ni una vez en que esa actitud mía haya traído nada bueno.
Las razones son varias.
En muchas ocasiones el marginado, no era tal sino un marginal. Alguien que no quería tener contacto con los demás. Por lo que no hice otra cosa que importunarle.
En otras ocasiones el marginado lo era porque directamente se trataba de una persona o bien problemática, o directamente un hijoputa. Como he visto en demasiadas ocasiones. Mi único logro estas veces fue insertar un cáncer dentro de un organismo que previamente lo había rechazado apartándolo como el cuerpo hace con los quistes.
Otras veces el apartado estaba apartado porque lo merecía. Porque era insoportable por sí, más allá del intento de nadie por empeñarse en introducirlo en algún núcleo social.

Podría decir que, como mi empeño era noble, yo en el fondo me comporté bien. Que hice lo correcto.
Esto es lo más equivocado de todo.
La razón por la que creo que lo hice, lo hago y lo seguiré haciendo es por un cierto complejo de inferioridad. Los fuertes se rodean de fuertes. Los débiles, de débiles. Quizás haya incluso algo de miedo a caerle mal a alguien o complejo de culpabilidad. No sé.
Si intento meter a un marginal en un grupo que no es el suyo, estoy molestando absolutamente a todos. No le hago bien a nadie.
Si intento meter a un cabrón en un grupo que lo está rechazando, estoy fastidiando a ese grupo. Los estoy arruinando.
Si meto a un raro en un colectivo, lo incomodo, lo desequilibro.

Otra de las reacciones que se han repetido es que el raro acaba enfocando contra mí su odio. En alguna ocasión la interpretación que he hecho es que esa persona tenía un complejo de inferioridad. Yo di con acomplejados que si alguien los trata bien, en vez de agradecerlo, pasan a comportarse con su benefactor como auténticos cabrones. Si ellos se consideran una mierda y de pronto alguien los trata bien, la conclusión que deciden es que ese tío es peor que ellos.

Además, he comprobado que mi actitud, lejos de ser generosa o bondadosa, finalmente se acaba convirtiendo en mala, en negativa. Porque soy el primero que me cago en la madre del hijoputa o el primero al que le saca de quicio la actitud del raro. 
Así que la hipotética buena acción se acaba convirtiendo en una mala actitud.