viernes, 16 de octubre de 2009

Bodas (6ª parte)

Hoy voy a referirme a esas dos personas a las que la Iglesia llama ministros,  al que el hostelero pringaos, a los que los invitados cabrones-inoportunos y el que lo ve de lejos simplemente novios.

- EL NOVIO (el cero a la izquierda)
El novio no es más que un complemento de la novia, el macho al que la mantis va a devorar delante de la muchedumbre, el envoltorio del caramelo, el palo del chupa-chups, el que enciende y apaga las luces del estadio, el primer espectador del evento, el Valdano de la selección argentina en el mundial de Mexico, la réplica para las fotos, un socio para pagar los gastos generados por la novia, una sonrisa, una mano que estrecha otras manos, una pareja de baile...

El novio en su boda es una corbata y poco más.

 -LA NOVIA (la princesita, la reina, la reinona)

Hay tres tipos de mujeres:

1. Las que admiten que quieren celebrar una gran boda y vestirse de blanco
2. Las que no se atreven a admitirlo
3. (Un tipo residual que casi no merece nombrarse) Ulgunas divorciadas que han tenido bastante

Es importante tener esto muy claro: El 99,99% de las mujeres quieren celebrar su boda. Y el 100% soñaron alguna vez con celebrarla.
Es cierto que la vida las va llevando por distintos caminos. Muchas de ellas acaban ennoviadas con chicos que desde el principio dicen que no quieren boda. Ellas les han seguido la corriente de tal manera, que no se atreven a echarse para atrás (o para adelante como se quiera entender). Así que algunas emplean tácticas sutiles como la de decir que de alguna manera habrá que celebrar el momento en que decidan formalizar su relación. Entonces es cuando, ya una vez metidas en preparativos intentarán llevarlos lo más lejos posible. Un ejemplo claro es lo de celebrar la boda civil con vestido y maneras religiosas. Digo yo que si el matrimonio sólo es un contrato para ellos (ojo, es un error típico: el matrimonio no es un contrato, es un negocio jurídico familiar, un contrato es otra cosa) ¿para qué montan toda esa parafernalia del vestido blanco, de las lecturas de los amigos, de la celebración, del banquete..? ¿Acaso celebran así la compra de un coche? ¿La firma de la hipoteca? ¿La adquisición de un ordenador?
Una de las principales actividades a las que se dedica la gente que va a una boda es a criticar y a comparar a la novia. Si va guapa o si va fea. Si le sienta bien el escote de barco, el palabra de honor, el velo, la mantilla, el estilo sirena o el princesita, el farruquita o el lady di.
También es natural, ya que las mujeres sueñan con su vestido de novia desde el día en que empiezan a soñar. Preguntad a un niño de 11 años si se va a casar de calle, con traje, de chaqué, de smoking o de frac... luego preguntadle a una niña. Así que lo que la gente en el fondo está juzgando es una decisión estética de toda una vida.

En el momento en que se toma la decisión de casarse, la novia pasa de ser una chica más o menos agradable a una loca furiosa.
Después de la boda por lo general todo retorna a su estado anterior. Lo que, después del infierno, parece el paraíso. De ahí que muchos digan que el matrimonio mejora la relación de pareja.

En cuanto al comportamiento de las novias es preciso avisar que antes de la boda comienzan a hacer cosas imposibles de entender.
Hablan mucho con otras mujeres. Siempre de lo mismo. Cada idea que le da otra mujer la quieren incorporar a su boda, aunque no tenga ni el más mínimo sentido. Todas opinan del vestido. De repente a todas las compañeras de trabajo les gusta el mismo estilo. Todas deciden casarse en cuestión de meses. (Luego viene la segunda fiebre que es la de quedarse embarazadas).
Empiezan a comprar todo tipo de revistas de novias de manera compulsiva.
Pruebas de peinado. Pruebas de maquillaje. Ideas para decorar las mesas. Menús de marisco. Viajes a Brasil. Extensiones rubias. Cosméticos en pastel. Grandes centros florales en la mesa. Menú vegetariano. Viaje a Cancún. Pelo suelto. Maquillaje natural. Mesas sobrias. Menú clásico. Viaje a Australia. Calva. De gótica. Sin mesas. Panchitos y cortezas de cerdo. Viaje a Melilla...
Comienzan las sesiones de rayos UVA. Las visitas a peluqueros y estilistas. A tiendas de ropa y complemento a las que arrastra a toda su familia y a ti. De repente ya te ha elegido la corbata, te dice cómo tienen que llevarla tu padre, hermanos y cuñados.
Las broncas son tan constantes que cuando no te riñe piensas que está enferma. Te llama al trabajo para reñirte. Te despierta por la noche para reñirte. Al levantarte tienes una nota en la que te riñe. Te manda un SMS échandote la bronca.
Tú empiezas a ensayar un discurso delante del cura para dejarla colgada y en ridículo delante de los invitados.
Miras el calendario.
Aún falta un año para la boda.

La boda se desarrolla como lo habías previsto. Todo el mundo hace fotos.
A la novia.
En las pocas y obligatorias fotos en las que salís juntos ella sale perfecta, con su peinado, su sonrisa, juvenil, con su vestido pletórico, sus coloretes, morena, mirada clara, feliz.
A su lado está un tipo al que no reconoces. Pálido -aunque eres más moreno que ella-, feo, gordo, con la corbata mal puesta, con sonrisa estúpida, viejo, calvo, con los ojos rojos... sobrepasado.
Te apetece estar con los amigos en el cocktail, pero estás con el puto fotógrafo. "Sújeta el ramo, mientras le hago unas fotos a ella sola" te dice el cabrón. Y tú sujetas el ramo mientras le hace un book a la novia. "Perdona, me tapas la luz". Y te apartas. Y click por aquí y click por allá. Y miras a los del cocktail y los canapés de gambas que te apetecían ya han volado. "Ahora los dos juntos en la escalera" Y te subes. Enseguida te baja. No sabes tener las manos en actitud de pose. Y la novia se queda sola entre flashes. Y miras a los del cocktail. Ya están contentillos. Ahora el fotógrafo quiere sacarle un detalle de los pendientes a la novia. "Os va a quedar un álbum estupendo". Y tú miras a los del cocktail, se están abrazando tus amigos. Ya ni comen. Sólo se ríen a carcajadas. "Y ahora las fotos con los invitados". Y tú miras a la novia en el día más feliz de su vida y no tienes lo que hay que tener para decirle que te quedas aquí con los fotógrafos, con la sonrisa y el escote de barco. Que yo me voy a tomar una cerveza y faltosear un rato con mis colegones.