viernes, 5 de junio de 2009

Tedio y asco en la empresa

En estos últimos días estoy asistiendo asombrado al funcionamiento del movimiento sindical dentro de la empresa en la que trabajo.
Yo, iluso, siempre había visto a los sindicalistas como una especie de luchadores solidarios.

Los cojones.

Como ya comenté en la empresa en la que trabajo desde hace dos años hay una amenaza de despidos y, para enfrentarse a ellos se convocan cada poco mítines durante el tiempo de descanso.
Me estuve fijando y los que ya llevan muchos años en la empresa, no acuden a ninguno.

Así que me he estado enterando de las razones. Y no me extraña que no crean en nada más que en las condiciones de su prejubilación.

Al parecer, hace unos veinte años pasaron por una situación parecida en la que fueron vendidos vilmente por las personas que negociaron esa situación. Algunos de los cuales son ahora cargos muy relevantes en el mundo sindical.

He conocido que existen figuras que se dedican a ir de empresa en empresa, de comité en comité vendiendo a sus compañeros.
Son unos tíos que pertenecen a algún sindicato. Cuando la empresa está en un periodo de crisis, estos tipos asumen la negociación por parte de los trabajadores. Si la empresa quiere despedir a veinte personas -por decir un número- anuncia que quiere despedir a cien. Luego se reúne con estos fulanos y aceptan ambos de acuerdo el despido de veinte trabajadores. La empresa consigue lo que quería -que sería más de lo que realmente era necesario- y el "sindicalista" y su "sindicato" se presentan como salvadores. Antes pronto que tarde, los trabajadores se dan cuenta de que les han tomado el pelo y la empresa "despide" al tipejo con una indemnización millonaria por los servicios prestados.

Evidentemente este pollo es fichado ipso facto por otra empresa. Laboralmente hay que buscarles acomodo, en un sitio donde no moleste mucho, que no cante mucho y que no tenga un puesto de responsabilidad porque son listos pero muy vagos.

El más famoso de donde yo trabajo, se comenta que ya ha hecho la jugada en dos empresas -ahora va a por la tercera-. Lo gracioso es que no viaja sólo, su mujer va en el pack. Creo que ella hasta hace poco no estaba contenta en ninguno de los diferentes sitios en las que la fueron ubicando. Por fin al séptimo cambio, a labores más administrativas, se ha acomodado. Uno de sus cambios más famosos fue cuando exigió que se la cambiase de puesto porque le dolía la espalda por levantar pesos. Ese enorme peso era un tubo que debe andar por los trescientos gramos.

Estaréis pensando, que los que me han contado eso serán los típicos fachas. Todo lo contrario. Gente muy de izquierdas que hace veinte años se pasaron semanas durmiendo con sus familias a las puertas de la fábrica para que no les mandasen a casa. Lo único que consiguieron fue que durante su vigilía la empresa, pactando con los sindicatos, llegase a un acuerdo muy favorecedor... para la empresa.
Eso sí, cuando el capo de los sindicatos fue hasta donde estaban gritando "Compañeros ¡hemos ganado!", el puñetazo que se llevó en la cara aún es recordado.