miércoles, 25 de enero de 2017

sábado, 21 de enero de 2017

El nacionalismo explicado

Hasta hace poco yo no había entendido bien el sentido del nacionalismo.
Sabía que había nacionalismo en el País Vasco y en Cataluña y lo relacionaba con terrorismo y referédums. Pero en realidad no había entendido claramente el sentido a lo de nacionalismo. Por qué territorios que en realidad no han sido países ni naciones ni estados independientes tienen ese sentimiento de nacionalismo.
Hace años, mi mujer -entonces una niña- y su familia, se mudaron de una aldea (dos casas) a un pueblo (mil y pico habitantes). Desde que llegó los niños pequeños la discriminaban diciéndole que no era allí. Un día en el parque dos niños la tiraron al suelo, le pisaron un brazo y se lo rompieron.
Hace unos meses entró a trabajar con nosotros una chica vasca. De Bilbao.
Como toda la gente nueva que entra vio algunas cosas que no le parecieron lógicas y así lo expuso. Rápidamente fue criticada por ser la última en llegar y ya ponerse a hacer análisis.
Casualmente la chica es nacionalista. Tiene una serie de prejuicios contra lo que ella llama "los españoles" y a su vez tiene una serie de juicios formados sobre "lo vasco". Habla, por ejemplo, de los pimientos de no sé qué caseríos como los mejores del mundo, las fiestas de no sé que gremio y un montón más de cosas de ese tipo. 
Un día, discutiendo conmigo sobre política o filosofía o esa cosa tan poco comprendida que yo defiendo llamada libertarismo, me ofreció a que me fuese de España. Es algo habitual que me sucede en cualquier discusión con un colectivista (99,9% de la población) que se extienda durante más de dos minutos y que, por tanto, estoy más que acostumbrado. Pero esta vez fue diferente. Algo me hizo unir cabos.
El nexo en común es el mismo. El de los compañeros que le dicen que acaba de llegar y que no critique, el del País Vasco como territorio independiente y el de si no piensas como los españoles vete de España a un país de gente que piense como tú.
Es la idea de anteponer el territorio a los individuos, el tiempo a los individuos, la mayoría a los individuos.

En resumen es el pensamiento que dice: nosotros tenemos más derechos porque llegamos antes y somos más.

Cuando esta chica llegó a la empresa, tenía razón en todo lo que dijo. Desgraciadamente hay una "regla" que dice que el nuevo no puede criticar.
Pero ella misma se aplica esta regla para decir: tú u opinas como la mayoría o te vas.

Que yo viva en el mismo territorio y en el mismo tiempo que otras personas que no opinan lo mismo no debe significar que tenga que cambiar mi pensamiento a lo que piensa ellos. No significa que tenga que cambiar mi modo de vida a lo que piensan ellos.
Que otros hayan llegado antes que yo a un territorio o a un entorno no significa que ellos tengan más derechos que yo.

En eso consiste el pensamiento base que después se puede desarrollar en cualquier entorno familiar, profesional, municipal, nacional, ideológico, religioso, etc. y que según el ámbito lo podremos llamar de un modo u otro. Pero que es lo mismo.

sábado, 14 de enero de 2017

Crítica especializada

Últimamente he percibido que, en algunos de los chats de WhatsApp en los que estoy, se ha puesto de moda una actitud gilipollesca que consiste en esperar a que algún miembro del grupo publique algo para hacer una crítica a lo publicado.
Las críticas van desde que los chistes son viejos, malos, demasiado tontos, demasiado inteligentes, repetidos a que las tetas publicadas no son lo suficientemente grandes.
Generalmente los que hacen las críticas son los que menos aportación hacen al chat y cuando la hacen suelen ser cosas sin gracia o muy vistas.
Posiblemente esta actitud tiene mucho que ver con ese "refalfie", esa saturación, esa saciedad de la que disfrutamos gracias al avance del hombre en estos últimos doscientos años y que nos han convertido a los pringaos del 2017 en el equivalente de los pijos de hace veinte o treinta años.

En el Corte Inglés

- Perdone, ¿dónde está Ralph Lauren?
- Lo siento, esta semana está en el turno de tarde.

domingo, 1 de enero de 2017

¿Otra como yo?

El viernes pasado me fueron a recoger a la estación. Mi mujeres conducía, mi suegra iba en el asiento del acompañante y mi hija de cuatro años y yo íbamos en el asiento de atrás.
En la entrada de la autopista me hizo la señal de que me acercara para decirme algo al oído.
Aproximé mí oído a su boca y me dijo muy bajito: "No hables con ellas. Son unas cablonas."
En ese momento sentí que, tal vez, no estoy tan solo en el mundo.