lunes, 17 de noviembre de 2008

Lobato y Serrano borrachos

Cartas desde Madrid

Querida prima.

¿Qué tal todo? Espero que bien.

Por aquí todo igual. Sigo intentando adaptarme a esta ciudad tan especial.

Creo que veo esto como una gran cola, o un enorme atasco perpetuo, en el que todos hacen todo tipo de maniobras para escabullirse.

En el trabajo por ejemplo, parece como si no importase nada el talento o la capacidad de alguien para ejercer ese trabajo sino que lo que cuenta es si puede llegar ahí. No sé si me explico... ¿Te acuerdas de lo que te ríes de mi en las fiestas del pueblo porque dices que no sé bailar? Pues aquí alguien así, podría llegar a ser coreógrafo del ballet nacional. Bueno quizás en este caso exagero, pero podrías encontrar a personas gestionando equipos (como ellos lo llaman) que no tienen las más mínima capacidad para hacerlo.

Pero esa mentalidad de estar listos en el atasco es constante. Por ejemplo, llega el fin de semana y la gente se va a tomar algo. Aquí se lleva mucho lo de picar en los bares. Ellos lo llaman irse de cañitas y tapitas. Es su forma máxima de relax. Algo que van a contar durante el resto de la semana en el curro:

- ¿Qué tal el finde?
- Buá, no veah, deputamadre, el Sábado noh fuímoh de tapitah


¡Guau! ¡Se fueron de tapitas! ¡Que se pare el mundo! ¡Arrodillémonos ante El Charly, su piba y sus coleguitas de Alcalá! ¡Se han ido de tapitas!

Si llegan a ir a la senda del oso y se les aparece un jabalí, les da un jamacuco. Si ven un oso ya sería algo que sus biznientos contarían dentro de 70 años.

Pues a lo que iba -que me distraigo- incluso cuando están de relax con sus tapitas y sus cañitas, están en actitud atasco.
El bar tiene una barra. Cada centímetro de esa barra es una plaza que hay que ocupar y no sólo ocupar. Defender.

Para la toma de la barra el madrileño usa su principal arma: la geta. Da igual que tú la estés ocupando y que estés ya apretadito. Al más mínimo descuido llega un Charly y se te planta al lado. Detrás quedan su pibita y sus colegas haciéndose los despitados.
En cuanto el Charly coge el sitio en la barra él, su piba y sus coleguitas utilizan su segunda arma: los codos. Cada vez que llega una cañita (que se la piden al camarero, al que llaman jefe -será muy castizo, pero a mí me resulta rídiculo- el madrileño la coge dándote con el codo para que sepas que está ahí listo para la lucha.
Aparece entonces su tercer arma: el tabaco. El madrileño fuma mucho. De hecho yo pienso que al nacer les dan un abono a un estanco y un chicle. Tanto el abono como el chicle ya no lo sueltan más en su vida. Fuman como carreteros y mastican el chicle como si fuese un cachopo. Además el madrileño está amparado por toda la Comunidad de Madrid, que no sólo permite, sino que alienta a la gente para que fume en todos los lugares públicos.
Hace su aparición su cuarta arma: la voces. Sólo Tarzán grita más que un madrileño. Y a su vez, sólo los camareros -los jefes- gritan más que Tarzán. Da igual que estén a una distancia de un metro el uno del otro. El Charly le dice al camarero: ¡JEFE, UNA DE PATATAS!, el camarero le dice al segundo: ¡UNA DE BRAAAAVAS! y el segundo le dice a la cocina: ¡VAAAS!
Todas estas armas son utilizadas bajo una estrategia general: la total falta de educación y de vergüenza. Que aunque en otros sitios son cualidades muy apreciadas, aquí se tienen por gravísimo defectos. Como la modestia o callarse cuando no se sabe de lo que se está hablando.
Cuando finalmente toman la plaza, comienza el segundo paso: la defensa de la plaza.
Para esto sus principales armas son la expansión -un madrileño puede ser mucho más largo que ancho cuando quiere- y el giro amenazante de cabeza -pss, ¿ké ej lo ke se mueve por akí?-.
Finalmente cuando deciden irse, dan el aviso de que se van porque ellos quieren y aquí está todo el pescao vendido. La señal que utilizan es, como no, la voz: ¿Jefe, kuanto es lo de akí?
Total, que salen a relajarse y lo que hacen es seguir con su mentalidad de atasco.

Otro ejemplo de esa forma de vivir es el metro. Hay una regla fundamental de civismo que es dejar salir antes de entrar. Otra es que si no vas a salir no te pongas en la puerta.
Estas son reglas que parecen ser totalmente despreciadas por una parte importante de la población de esta ciudad tan especial. De hecho, yo estoy convencido que el término gilipuertas se acuñó en el metro de Madrid. ¿Cómo puede ser si no, que un tío que está en la puerta del vagón cuando yo lo cojo en Chueca -sabe Dios desde dónde viene ya en la puerta- y se baja en Canillejas -que debe haber como 12 paradas- deje marcada la napia en el cristal? Parece como si estuviese meando contra la puerta.
Puedes pensar: caray, el tío tiene mucha prisa. Pero esa es otra. El madrileño -y aquí voy a sumar expresamente a los madrileños nacidos en América del Sur- es una amante de las carreras. Pero sólo de su salida. Me explico. Mucho antes de llegar a la parada que les toca, ya están ocupando toda la parrilla. Se levantan en la anterior estación y se agarran a la manilla que abre la puerta. Tú piensas que tendrán prisan y ocupas las cuarta o quinta línea. Al fin y al cabo con puntuar tienes más que de sobra. El metro se para. Se abren las puertas. Y de repente, el tío ese moreno, bajito, con chupa de cuero negra, gorra de beisbol, pantalón de pinzas, que venía dormido hasta la anterior estación... se para. Y es más, en las escaleras mecánicas se pone a la derecha de mala gana aunque con un ligero escore hacia el centro. Es como si le fastidiase que le adelantases. Como si le molestase que las carreras no se acabasen en la Q3.

Otra cosa que vengo notando aquí es que seguramente por ser Madrid una ciudad grande, las personalidades de la gente de aquí se parecen mucho entre ellas. Al menos a primera vista. No te lo sabría explicar. Es como si Madrid estandarizase a las personas (perdona por utilizar una de esas palabras tan feas que sé que odias).

También me he fijado que los madrileños, a pesar de no cuidar demasiado su aspecto -evidentemente aquí hay mucho más anonimato, no es como la tía Marga, que como vive en la Calle Uría tiene que arreglarse para bajar a comprar el pan- se visten de una manera más informal -estoy utilizando un término suave- pero a la vez son muy marquistas. Por ejemplo, el rollo ese de los Outlet les pone a cien. Como los comerciantes lo saben venden en estos Outlet productos de marcas de temporadas anteriores (y a veces usados) por lo que he visto sin mucha rebaja.

Aunque dicen mucho eso de De Madriz al cielo en realidad están intentando largarse de aquí. El fin de semana la carretera queda atascada a la ida y luego a la vuelta. Unos se van a la sierra otros a casa de unos amigos, o de sus padres, o a un hotel con spa -todos consiguen los mejores precios por internet-. Podrías flipar de la cantidad de gente que se reúne a 50 km. de Madrid en un sitio donde hay un árbol y fluye un riachuelo. Y tu piensas que una vista mejor que esa la había desde mi habitación en Oviedo hasta hacer cuatro años y a mí me parecía una mierda.
También digo esto porque el madrileño es muy viajero. En cuanto hay unos días de vacaciones, hala pa Estambul o Praga. Los que están un nivel por encima ya viajan a EE.UU. Esos ya vacilan más durante todo el año. Y luego tenemos a los exóticos, los que se van a Indonesia, la India, Japón... y discuten de si ese restaurante es mejor o peor con otros que dicen que ya estuvieron allí.

Bueno, te voy dejando que me enrollo mucho.

Besos a la tía

lunes, 3 de noviembre de 2008

Veranos perdidos

Hoy...

Borja Thyssen

Este chico, en condiciones normales, estaría teniendo una vida bastante normal.
Pero después de un enorme curro de su madre, lo adoptó un noble multimillonario que además le dio unos apellidos que le van a abrir todas las puertas y parte de su fortuna.
Borja lo único que tenía que hacer es el paripé. Representante de algo, consejero, delegado, consejero delegado, director artístico de algún museo, responsable de relaciones públicas, supervisor de exposiciones, cooperante, presidente honorífico, analista de mercados de arte, gestor cultural... alguna tontería así.
Simplemente ponerse un traje e ir a la oficina al menos una vez a la semana.

Pero no, Borja sólo quiere hacer pesas. Y estar en la playa.

A este chaval, en condiciones normales le costaría pillar con una tía buena o tener una buena novia.
Y es que gracias al enorme esfuerzo y talento de su madre, podría tener un amplio abanico de chicas interesantes, de todas la edades, religiones, culturas, tamaños, nacionalidad, lenguas y colores. Y ya, después de haber desarrollado su experiencia, cuando tuviese unos añitos, se podría buscar una chica inteligente, educada, con clase, elegante y lista que lo guiase.

Pues no, Borja se queda pillado de la primera que le da un meneo. Una chica mayor que él, que tampoco es una lumbrera, que no parece que tenga mucha elegancia y que sin haber cumplido los treinta ya está tan operada como las de 50. La deja preñada y se casa de penalty. La chica parece espabilada, eso sí.

Lo único que tendría que hacer Borja, es llevarse bien con su madre, porque es su madre y también porque es la que le administra el money.

No, Borja decide entrar en broncas con mamá por culpa de su novia.

Cuando lo único que tiene que hacer es ser discreto.

No, Borja sale hasta en la portada del Hola vendiendo una exclusiva.

Borja, joder, ya sé que es tarde para ti, pero si algún rico muchimillonario adoptado, con apellidos de abolengo lee este blog, por favor, os lo suplico: No toméis nunca a Borja Thyssen como referente.

viernes, 31 de octubre de 2008

El camino (en canciones)

Me decían que cuando fuese mayor podría hacer más cosas.
Después creí que lo bueno llegaría cuando comenzase la carrera.
Después que cuando la terminase.
Más tarde, que al encontrar trabajo.
Vuelta tras vuelta va girando el carrusel


También decían lo mismo de salir con los amigos, con chicas, tener novia, pareja estable, vivir juntos...

Diez minutos de gloria y vuelto a la insatisfacción


Tener una habitación, vivir fuera, compartir, tener tu propio piso, ser independiente, casarte tener hijos, cuidarlos, tener nietos, jubilarse...

El mismo camino por el que huye la gente


Por el camino hubo problemas en el colegio, en la universidad, con el trabajo, con las chicas, con la independencia. Nada se parece demasiado a como yo pensaba que iba a ser.

Como un tentetieso golpeado por cien puños furiosos


Y sigue siendo difícil encontrarle sentido a la vida. Y sigues subiendo pisos, y después de verlos un rato, te das cuenta de que ninguno es mejor que el anterior.

Cuando se apaguen las letanías y el viento sople a nuestro favor,
veremos qué ha sido de nuestras vidas, gastadas buscando una dirección.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Parecidos razonable

Cierro la trilogía Dylaniana...



Sé que no son las mejores fotos, pero no las encontré mejores.
(Aunque me da más rabia la de Guti, que no di con ninguna con el gorrito...)

lunes, 27 de octubre de 2008

Cambio de horarios

Y digo yo...
¿y si en vez de adelantar una hora en Abril y atrasar una hora en Octubre adelantan media hora y lo dejan así para siempre?

sábado, 25 de octubre de 2008

Capital cultural

En los dos últimos días he recibido varios mails para que votase a la candidatura de Oviedo, Avilés y Gijón como capital cultural europea de 2016.
Más de la mitad de esos mails me los han enviado personas que están fuera de Asturias por motivos laborales.
Como un buen gilipollas he votado.
Podría hablar de lo estúpidas que son esas votaciones por correo electrónico. Pero lo que más me llama la atención es que los exiliados aún mantengamos el apoyo a un sistema que fue el que nos botó de Asturias.
Si finalmente Asturias fuese elegida para la chorrada esa de la capital cultural los beneficios de ese nombramiento serían para los de siempre: enchufados, hijos de, politiquillos y demás mierda.
Ese tipo de gente que trabaja en la Fundación Príncipe de Asturias, en la Caja de Ahorros, en el Puerto de Gijón o en el de Avilés por recomendación, en los Ayuntamientos por elección digital, etc...
Los que tienen un piso comprado por sus padres, un trabajo público dado por sus padres y una vida regalada por sus padres.

Estaríamos haciendo aún más ricos a los que nos han echado de allí.