domingo, 1 de septiembre de 2013

Fin de la civilización. El mito de Robin Hood. (Respondiendo a Daniel Díaz)

Contesto a Daniel Díaz en un post aparte.

Este tipo se merece una contestación para él solo por varios motivos:

- Firma con nombre y apellidos, lo cual dice bastante de una persona. Y ese bastante es todo bueno.
- Expresa su opinión con educación y sin insultos. Incluso en este caso en que es discrepante con la que yo exponía en mi post.
- Saber redactar. Puede parecer que sólo son dos frases, que tampoco es para tanto. Pero yo, que navego por la red casi a diario, puedo afirmar que más de la mitad de lo que la gente escribe resulta difícilmente entendible y/o lleno de faltas de ortografía. Y no estoy hablando de una falta que se te escapa por escribir rápido y no repasar lo escrito. O de una corrección mal hecha con corta-pega. O de un error en la pulsación de una tecla. O de un error en la redacción. (De todos esos errores de los que soy un campeón).
- Como aspecto negativo, he de decir que aparece como uno de los tres seguidores del Rincón de LaGrand, lo cual no habla muy bien de su gusto. Qué se le va a hacer. Nadie es perfecto.

En cuanto a su contestación debo decir que discrepo con lo que ha expresado y con lo que -creo- piensa.
Para empezar, ese uso de la palabra "indigno". No me parece adecuado. Sé que es una palabra comodín, que ahora se usa mucho, como hace unos años se usaba el término "buen rollo".
En mi humildísima opinión, el término dignidad debe ser aplicable principalmente a los comportamientos. Un palo difícilmente puede ser digno o indigno. El sol no es digno o indigno. La acción de una persona sí. La de un gato no. Salvo que utilicemos una prosopopeya (La heróica ciudad dormía la siesta) el término "digno" no es aplicable a algo que no tenga un comportamiento. Se habla de vivienda digna en cuanto al uso que podamos hacer de ella. A una persona o a una familia o a una comunidad puede serle aplicado el término digno por extensión, porque nos referimos a sus actos. Si nos referimos a las cosas o sustantivos como dignos o indignos es porque hay un comportamiento detrás que es al que realmente hacemos alusión. Así si oímos que el militar tuvo una muerte digna es porque no delató a sus compañeros o porque no suplicó el perdón o por lo que sea que hizo durante su ejecución. O sea, que mostró dignidad en su muerte. No a la muerte en sí.

El problema del termino "dignidad" es que es vago. Es sumamente subjetivo.

Por ejemplo, el piso en el que vivo. Todos los familiares y amigos que lo han visitado lo juzgarían como "indigno". Pero como es lo que yo me puedo permitir y el dinero para pagar el alquiler lo obtengo de forma moral y mi comportamiento en el piso es correcto -salvo algunas discusiones con mi mujer en las que me sale el punto asturiano con los tacos-. Para mí sería el equivalente a una vivienda digna.

Por todo ello, hablar de precios dignos o indignos, sin ser del todo incorrecto no me parece el mejor adjetivo. 
Un precio puede ser alto, bajo, exagerado, tirado, descontado, corriente, admisible, inaceptable, justo, exacto, negociable, real, exagerado, abusivo... Pero indigno...

A lo que imagino que Daniel se refiere es que los precios del material escolar son desproporcionados.
O tal vez, que los precios del material escolar son indignantes. Es decir, que llaman a la indignación del que los conoce.

Imagino lo mismo para la segunda frase. Es indignante, vergonzoso que haya muchas familias que no puedan comprar material escolar.

Para hablar del precio del material escolar yo, obviamente, no soy la persona más adecuada. Desconozco el precio de los lápices, bolígrafos, libretas, compases, rotuladores, ceras de colores, blocs de dibujo, libros de texto, diccionarios y demás.
Recuerdo que era un caballo de batalla todos los septiembres en mi casa. Seis hermanos, todos seguidos, todos en el cole, con libros que no se podían aprovechar de un año para otro. Sólo había un sueldo. Y ya eran caros entonces. Ya protestaban todos. Las librerías, porque los colegios los vendían sin ser libreros. Los colegios, porque en los grandes almacenes los vendían más baratos. Los padres porque los libros cada año -además de más caros- eran peores. También se protestaba porque los colegios en los que estudiábamos imponían una lista de libros obligatorios que, o bien cambiaba de editorial a cada curso, o bien porque el mismo libro cambiaba alguna tontería cada años para evitar que se reutilizasen los de los años anteriores.

En relación a su opinión, la respeto. Y sobre el hecho de que haya familias que no puedan pagar los materiales escolares es un hecho del que no sé el alcance y no que no entro a valorar ni discuto.

En resumen. Desconozco el precio del material escolar y si hay muchas familias que no pueden pagarlo. Respeto la opinión de Daniel Díaz aunque creo que el término indigno no es el más correcto para el caso.

Ahora lo que me gustaría es hallar la relación entre unos posibles precios desproporcionados del material escolar y que un grupo de personas roben ese material.

Robar es quitar algo a su propietario a quien lo ha producido. A su dueño. Al que se lo ha merecido. Al que lo ha creado. Al que genera riqueza. Al que lleva al mundo adelante. Al que alimenta a la sociedad.
¿Qué mérito hay en practicar la virtud con la riqueza ajena?
No existe el derecho de apoderarse de la propiedad de los que producen la riqueza.
El "doble parásito" es el que se alimenta del dolor de los pobres y de la sangre de los productivos.
El "doble parásito" le dice al pobre que cuando sienta necesidad lo único que tiene que hacer es violar los derechos del productivo. Si tiene que robar puede robar, si tiene que asesinar puede asesinar.
El "doble parásito" es el ser más inmoral y despreciable que puede existir y nosotros tenemos que combatirlo. 
No podemos darles ningún tipo de apoyo porque nos hacemos sus cómplices.
La primera forma de combatirlos es ser críticos con su vocabulario y la segundo no darles ni la más mínima señal de comprensión.

3 comentarios:

Daniela Díaz dijo...

¡Gracias por la réplica! Tiene usted razón respecto al significado de la palabra "indigno". Efectivamente, para que lo que yo escribí tuviese sentido, tendría que haber usado "indignante". En realidad, no sé por qué escribí eso porque en el artículo original ni siquiera se usaba la palabra "indigno".

Respecto al tema en sí, vamos por partes. El robo no es justificable en sí mismo. Representa la violación del derecho a la propiedad de otras personas. Como tal, está penado en cualquier código de leyes actual o pasado.

La cuestión es que también están penados otros delitos y uno es capaz de justificarlos si las condiciones en las que se comete lo justifican. Por ejemplo, un homicidio en defensa propia.

Claro que, por lo que yo sé de leyes, que es más bien poco, no existe la figura del "robo en defensa propia", que sería una manera de definir esa actitud "robinhoodesca".

Yo tampoco estoy muy seguro de cuáles son los precios del material escolar. Lo que sí sé es que hay un gran sector de la población que, a causa de su situación económica, encuentra muchas dificultades para hacer frente a esos gastos.

Yo sé que es usted liberal. Estoy versado en esa doctrina, todo lo versado que puede estar una persona sin formación en economía ni filosofía, pero ávido lector de artículos y blogs que tratan el tema desde hace años.

Para un liberal, el derecho a la propiedad privada es sagrado. Yo, personalmente, no concedo carácter sacro a tal derecho. Para mí, el derecho a la propiedad privada, en caso de tener que existir, debería estar en el último lugar de la lista de derechos. Realmente, no se me ocurre ningún otro derecho fundamental que tenga menos importancia.

¿Qué opinaría usted del derecho a la propiedad privada si sus hijos se estuviesen muriendo de hambre? Quizá no le parecería tan sagrado. A mí, desde luego, no. No creo en el capitalismo. No agradezco la sociedad que nos da. Lo acepto porque no me queda otro remedio, y porque tampoco soy capaz de imaginar otro sistema.

Daniela Díaz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniela Díaz dijo...

(continúo, cancelé el anterior porque se me colaron un par de patochadas)


Ahora bien, tenga por seguro que no cabe en mí ni el más mínimo asomo de admiración por esos creadores de riqueza de los que usted habla. Tengo admiración y respeto por los médicos, por los misioneros, por los voluntarios... No aplicaré calificativos elogiosos de ese tipo a alguien que monta su negocio con el único y exclusivo propósito de enriquecerse. Tampoco lo acuso de nada.

En realidad, me viene a la cabeza un sketch de Faemino y Cansado en el que mencionan elogiosamente a los pilotos de Fórmula 1. Es algo del tipo:

"Esos pilotos... esos seres valientes, sin miedo, que se juegan la vida en cada curva a 300 km/h...
...
...
por cincomil millones de pesetas!"

Supongo que entiende a dónde voy.

Me parece respetable, me parece incluso necesario, cómo no, que haya gente que invierta su capital para conseguir más, posibilitando por el camino que personas como usted y yo podamos llevar adelante nuestras vidas alquilándoles nuestro capital humano. Pero ya está. Hasta ahí les concedo. No cabe en mí ni un milímetro cúbico de admiración hacia ellos, puesto que todos esos sacrificios los hacen única y exclusivamente por beneficio propio, y por tanto ignoro dónde está el hecho que me haga deberles tanta admiración y agradecimiento. Y mucho menos compasión.

No quiero sonar a revolucionario izquierdoso trasnochado, aunque soy consciente de que sonaré así igualmente, porque no hay manera de decirlo sin que así sea. Pero en mi opinión, el capital, el mundo financiero, el conglomerado estatal-bancario-empresarial lucha una guerra abierta contra el ciudadano de a pie desde hace mucho tiempo.

Y la estamos perdiendo, teniendo encima que darles gracias. No, lo siento, no me da ninguna pena. ¿Debe darme pena Carrefour? Es imposible, ya que Carrefour no es un ser vivo, y por tanto no es susceptible de recibir compasión. ¿Con quién debo solidarizarme entonces? ¿Con sus accionistas? Esas personas que invierten su dinero con el noble propósito de conseguir mucho más. Lo siento, no me inspira ninguna pena ni simpatía. Ninguna.

Si he de poner en la balanza la ganancia de las familias que reciban ese material, y la pérdida que su falta supone para la compañía, con todos mis respetos, cualquier cosa que no sea ponerse de parte de las familias me parece una obscenidad.

Me ha quedado un post largo y no muy bien hilado, este es un tema que se presta a una discusión interesante desde posiciones opuestas, pero espero que haya una segunda réplica que me permita encauzarme en líneas argumentales más concretas.

Saludos.