sábado, 23 de mayo de 2009

Amaneceres y otros como yo

Cuando me acosté anoche llevaba encima y dentro de mí cincuenta kilos de falta de esperanza y de desencanto.
Hoy, al levantarme he notado que la carga se ha reducido a veinticinco kilos.

Llevo más de dos años despreciando esta ciudad.

Sé que no tiene ningún sentido. Como no tiene ningún sentido decir que odias a un político cuando es mentira, porque no odias a nadie. Es idiota que el tonto vaya de malo. Aunque es coherente.

Cuando yo era pequeño vi una película que se llamaba El hombre con Rayos-X en los ojos. Era la historia de un tipo que tras un experimento se le agudizaba el sentido de la vista y veía cosas que los demás no veían.

Cuando se empieza a perder la esperanza, al caminar por la calle, ya no ves a la gente rápida, a los feroces, a los presumidos, a los jóvenes...

Todo empieza a estar lleno de viajeros de metro, de inmigrantes, de solitarios, de ancianos, de preocupados, de decepcionados, de tristes...

Pero también son la gente que comprende, que vive, que sufre, que ríe, que ahorra, que piensa...

De otros como yo.

Al resto que les por el culo

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