domingo, 23 de marzo de 2025

De pedradas, trastornos y aplicaciones de citas

En este año he tenido la oportunidad de introducirme en el extrañísimo mundo de las aplicaciones para conocer otras personas.
Me ha costado definirlo porque si dijese para conocer pareja estaría limitando el concepto.
Si estás fuera de este mundo y tienes curiosidad yo voy a tratar de explicarte en muchos posts la forma en que yo lo percibo.
No voy a ser ordenado en mis publicaciones y comentaré según se me vayan ocurriendo las ideas y me vaya encontrando con momentos destacables.
¿Por qué este asunto? Porque me parece maravilloso desde el punto de vista antropológico, sociológico, cultural...
Dicen que los arqueólogos encuentran más información en las letrinas que los templos. Un arqueólogo del futuro debería rescatar los archivos de las aplicaciones actuales si quieren conocernos.
¿Qué son las aplicaciones de citas?
Son programas informáticos que permiten hacer una presentación de ti con imágenes y texto a otras personas que a su vez hacen lo mismo y contactar entre sí.
Problemas: Para conectar, la persona que has marcado como que te gusta (LIKE) tiene que marcarte a ti también. Se denomina "MATCH".
También puedes contactar con personas que no te han dado "me gusta" pero para eso hay que pagar a la aplicación.
Otro problema es que por cada mujer en estas aplicaciones hay muchos hombres. Se dice que las proporción suele ir del doble al triple de hombres según la aplicación. Yo creo que se queda corta esta proporción.
Entre las distintas finalidades puedes elegir hacer amigos, buscar un rollo corto, relación estable y algunas intermedias. También el tipo de relación: monogamia, relación abierta y otras tipologías. 
Como información normalmente un nombre de contacto, lugar de residencia, edad, altura, estudios, tendencia sexual, trabajo, si eres o no fumador, si tienes mascotas...
Yo, que soy un varón heterosexual de 51 años (¡Dios Santo!), obviamente tengo sólo acceso a perfiles de mujeres de una edad cercana a la mía y es en lo que voy a centrar. Así que los perfiles de hombres o de mujeres jóvenes no los voy a ver ni a comentar.

Lo primero con lo que me encuentro es con la mentira. Mentiras en el nombre. No pasa nada. Lo puedo entender.
Mentiras en la edad. De hecho, las fotos de mujeres que en sus perfiles ponen 40 y tantos y las de 50 y tantos no cambian tanto. A veces te encuentras mujeres de 50 con fotos actuales más juveniles que las de 40. Algo pasa. De hecho es normal que Annaty (40) en el texto de su perfil ponga la siguiente acotación "Tengo 46, pero la aplicación no me deja cambiarlo". Mis cojones. Mis cojones tiene la culpa la aplicación. Cuando hice mi perfil la aplicación me pregunto mi fecha de nacimiento. ¡Y la respetó! No me dijo: "Tío, estás cojonudo. Vamos a ponerte 42 que es lo que aparentas". No, no me lo dijo y no me lo dijo -además de porque no está preparada para eso- no me lo dijo porque la foto no la metes hasta el final. Y eso si quieres. Lo que hizo Anita, fue crearse un perfil hace tres años y puso que en vez de nacer en el 79 puso que había nacido en el 85. Y así se hubiese quedado si no fuese que hace tres año hizo match y quedó con Mattias (40) y Mateo Rodríguez de 40 años y que hacía deporte todos los fines de semana, se encontró con Ana Sánchez de 43, que no había hecho deporte desde 3º de BUP y que le recordó a su prima Lourdes de Lugo, esa prima que cuando el tenía 12 ella estaba en su absoluto prime con 16 pero que se había echado a perder hace ya prácticamente 30 años. Mateo, en esa cita -que no se repitió- aparte de decirle dijo que no se parecía mucho a la de la foto también le soltó que parecía más mayor que los 37 que ponía en su perfil. Y se lo dijo porque le había tocado bastante las pelotas ir a la zona de Plaza Elíptica desde Torrelodones un viernes por la tarde, tener que dejar el coche en un parking que le estaba costando 6 euros la hora y ahora tener que volver a Torrelodones porque no le apetecía está "tomando algo" con la versión burgalesa de su prima Lourdes.
Desde entonces Annaty avisa de que la aplicación tiene estas cosas.
Mentiras en las fotos. La edad no fue el único problema del perfil de Annaty. Annaty también decidió añadir fotos de distintos momentos. Una foto en la boda de su hermano en la que había quedado genial. Lo malo es que su hermano se había casado 6 años antes. Ella pensaba que seguía igual. Pero no. Todo el mundo veía que habían pasado 6 años cronológicos, dos embarazos, un despido, una separación, una reconciliación, un divorcio, una lucha por la custodia ganada, una renegociación para custodia compartida, 15 kilos -no de músculo- y años de ansiolíticos.
También había subido una foto con otras madres del AMPA en una cena por el fin de curso de año anterior en la que no se había molestado en borrar a las otras madres pero que quería dar la imagen de mujer viva y jovial. Una antigua en la que salía cerca del puente de Rialto y otra en la costa la última vez que fue a Gandía -aún estaba casada-.
Mentiras en la definición. El texto que acompañaba a las fotos decía que era una mujer con ganas de vivir, abierta a nuevas experiencias y a lo que el mundo le trajese. Le encantaba bailar, salir a cenar y tampoco le hacía ascos a unas cervezas bien frías o a una mañana de senderismo.
En resumen. Era un ama de casa a la que le gustaría que la invitasen y se lo diesen todo hecho.

Por tanto, para una primera aproximación a este mundo es necesario saber que no todo lo que veamos tiene que ser necesariamente cierto.

sábado, 3 de diciembre de 2022

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Marta Ortega (guitarrista de Inditex)

Amparo Llanos (ex-presidenta no ejecutiva de Dover)

domingo, 19 de julio de 2020

El amor en tiempos de la Covid-19

Al final tantas vueltas para descubrir que todo es mentira. Que te estaban haciendo perder el tiempo y que nada lo que estabas haciendo servía ya para nada.
Como el alumno al que la profesora le envía mil folios para que coloree y le dice que eso es lo que va a darte el punto para aprobar. 
Y mientras el alumno se pasa días, semanas, meses y más meses frustrado y agotado intentando no pisar las líneas, buscando colores que no se repitan, sacando punta a los lápicess, gastando en gomas y pinturas, la profesora se va de compras. A la modista, al centro depilatorio, al gimnasio, cambia su casa, tontea con el jefe de estudios, politiquea, consulta a una bruja, habla con otros profesores. Ni siquiera se toma un minuto para corregir los dibujos. Le molesta recibir correos electrónicos. Los dibujos le parecen todos malos.
La humillación infinita de que jueguen con tu tiempo. De que meses de tu vida sean canjeados por un minuto de la vida de otra persona. 
Es sobrecogedor lo cruel que es el desamor.

El que no sabe de amores (Llorona)
No sabe lo que es martirio

El amor en tiempos del Coronavirus (Cambios)

Algunas de las cosas que cambiarán después del Coronavirus.

- La forma de relacionarnos. Durante un tiempo viviremos con miedo. Desconfiando. Con mascarillas
- Ir hasta una oficina a hacer a desempeñar tareas que puedes hacer desde tu casa perfectamente es sencillamente un anacronismo y un derroche  
- Los seres humanos somos mucho más vulnerables de lo que creíamos. Nuestro mundo no era tan seguro como pensábamos creíamos. El estado natural del ser humano es la indefensión y sólo nos separa de ella un tabique de Pladur
- Hay que desconfiar del Gobierno. Del grande, del pequeño, del progresista, del conservador, del nuevo, del viejo, del verde, del blanco... Desconfiar siempre. De todos los Gobiernos
- La OMS es un chiringuito inútil que sólo sirve para que unos privilegiados vivan a costa de los demás sin aportarles prácticamente ningún valor real
- Los inmensa mayoría de los medios de comunicación no son más que simples herramientas útiles para dirigir a la población o ahondar en el sesgo de confirmación de cada cual. Van a haber un cambio y pasaremos de seguir a grandes cabeceras y redacciones pobladas a patrocinar a periodistas independientes de modo separado 
- Politización. Hacer que todo tenga contenido político. Apoyar o criticar las decisiones, las acciones no por ellas en sí mismas sino por quién las hizo. Polarización. Simplificar todo a A y B. Blanco o negro. Y tomar parte obligatoriamente de una de las dos opciones. Opciones que suelen venir en packs. Todo esto parece el signo de nuestro tiempo
- El Estado no te defiende. El Estado no te cuida. El Estado no previene. El Estado no cura. Todo es mentira. El Estado vive de ti.

viernes, 10 de abril de 2020

El amor en tiempos del coronavirus (día 29)

Desde hace días que ya no puedo dormir más de dos o tres horas seguidas.
Siento que camino en círculos. Llego a un sitio y me doy cuenta de que ya había estado aquí hace tres semanas.
Cada día más consciente de la situación.

jueves, 9 de abril de 2020

viernes, 27 de marzo de 2020

El amor en tiempos del coronavirus (La estación seca)

Una de las peculiaridades del confinamiento es que a veces obliga a las personas a vivir separados del trabajo, en soledad y en casas con espejos.
Cuando no existe la excusa que nos exige la mayor atención, cuando no hay nadie con quien distraerse o a quien culpar acabamos encontrando nuestra mirada en algún espejo por mucho que intentemos evitarlo. 
Lo primero que nos encontramos es que somos más viejos de lo que intentamos decirnos a nosotros mismos. Es como la información que los gobiernos nos racionan pero con un solo emisor y destinatario.
Después vemos que la construcción de la casa con la que nos hemos estado justificando años está mal hecha. Hay un montón de grietas. De errores básicos de diseños. Azulejos que no encajan. Formas ridículas. Habitaciones enfermas. Los cimientos parece que se habían hecho sin las condiciones mínimas y el suelo, incluso el suelo, no parece firme en demasiadas partes. Incluso descubres que algún cuarto se construyó sin puertas y alguien se quedó dentro encerrado y ha tenido que hacer un butrón o una gatera o un respiradero. Algunas paredes tienen moho. Un moho del que entra en los pulmones y no sale jamás.

La gran duda es si empezar de nuevo. Buscar un nuevo lugar. Nuevos cimientos. Nueva construcción. O intentar reparar todos los problemas. No sabes si lo son o no porque nadie te ha dado el título de arquitecto. Pero se supone que lo tienes que tener. Se supone que lo tienes que saber. Se supone que tendrías que haberlo aprendido. Alguien desde fuera te avisó mil veces. O no te avisó pero lo sabía.

Haces un puzzle nuevo. A los dos días lo rehaces. Y, aunque con dificultad, las piezas encajan y cobran sentido partes de la vida aparcada.

  

El amor en tiempos del coronavirus

Hay dos posiciones con las que nos podemos enfrentar a la vida.
La primera es con la ciencia y la segunda con creencias.
Sin ideologías o con ideología.
Agarrados a datos o cabalgando en dogmas.
Con la verdad cruda o cocinada.
Cuesta mucho más esfuerzo saber que creer.

Yo, obviamente, estoy más en el segundo lado. En el de los creyentes. En el de los dogmáticos.
He hecho esfuerzos enormes en los últimos quince o quizás veinte años para cambiar mi posición desde la popa a la proa en mi existencia. Pero yo no soy John Galt ni nada parecido. Por cada paso que doy, cada escalón que subo me cuesta mucho trabajo y después de darlo me tengo que parar a coger aliento, descansar y asentarme. Cambiar de opinión es muy duro. Admitir que estabas equivocado o que ignorabas y tener que rehacer el asentamiento cuando sabes que pronto vas a volver a tener que cambiarlo no es el camino cómodo.

Hoy es 27 de marzo de 2020. Según los datos que veo ahora mismo en todo el mundo hay alrededor del 500.000 personas a las que se ha detectado el Covid-19. También dicen que han muerto más de 22.000 persona. Yo creo (no lo sé) que los infectados y los que se van a infectar y los muertos y los que van a morir y los que lo se curen pero queden con secuelas importantes serán muchos, muchísimos más.
También creo (no lo sé) que estamos ante un acontecimiento histórico que va a cambiar nuestras vidas de un modo que aún ni siquiera nos podemos imaginar. Quizás la población se reduzca en un 10 por ciento.
Las consecuencias que esta situación va a tener para la economía posiblemente duren mucho tiempo.

Muchos de los que sobrevivan a la enfermedad pueden que se queden dependientes o con una esperanza de vida muy reducida.

Puede que sea cierto, ojalá esté equivocado, que este virus nos cambie la vida al nivel de la que sufrieron nuestros abuelos con las guerras civiles o mundiales o nuestros antepasados con epidemias o catástrofes naturales.

Es cierto que también es posible que en dos meses todo esto se haya olvidado, la economía esté repuntando y será una anécdota que contaremos dentro de unos años como una cosa rara.

Lo cierto es que llevo aislado en mi casa desde el 12 de marzo. En todo ese tiempo sólo he salido dos veces, el 13 y el  25, a hacer la compra. No veo a mi hija desde las 4 de la mañana del día 12. Estuve teletrabajando desde el 12 al 24. Me han obligado a cogerme 7 de mis días de vacaciones y después de Semana Santa, es muy probable que entre en un ERTE y después tampoco descartaría perder mi actual trabajo definitivamente. Para empeorar las cosas tampoco sé si podría cobrar una prestación después de quedarme en paro porque no sé si el Estado tendrá fondos.

La situación que describo es realmente dura pero con los pocos datos que conozco, mi experiencia y creencia no lo puedo descartar. 

martes, 19 de noviembre de 2019