El final para mí fue lo más puro, lo más real.
Un doctorado después de una larga carrera.
Navegando solos, contra el viento y contra la mar.
Casi sin puertos en los que recalar.
Con la proa siempre orientada hacia el norte.
Sin faros a la vista. Guiándonos por las estrellas.
Por nuestra estrella.
Otros combates, otras trincheras. Mis dos caballeros andantes y yo.
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