El viernes pasado me fueron a recoger a la estación. Mi mujeres conducía, mi suegra iba en el asiento del acompañante y mi hija de cuatro años y yo íbamos en el asiento de atrás.
En la entrada de la autopista me hizo la señal de que me acercara para decirme algo al oído.
Aproximé mí oído a su boca y me dijo muy bajito: "No hables con ellas. Son unas cablonas."
En ese momento sentí que, tal vez, no estoy tan solo en el mundo.
En la entrada de la autopista me hizo la señal de que me acercara para decirme algo al oído.
Aproximé mí oído a su boca y me dijo muy bajito: "No hables con ellas. Son unas cablonas."
En ese momento sentí que, tal vez, no estoy tan solo en el mundo.