Últimamente he percibido que, en algunos de los chats de WhatsApp en los que estoy, se ha puesto de moda una actitud gilipollesca que consiste en esperar a que algún miembro del grupo publique algo para hacer una crítica a lo publicado.
Las críticas van desde que los chistes son viejos, malos, demasiado tontos, demasiado inteligentes, repetidos a que las tetas publicadas no son lo suficientemente grandes.
Generalmente los que hacen las críticas son los que menos aportación hacen al chat y cuando la hacen suelen ser cosas sin gracia o muy vistas.
Posiblemente esta actitud tiene mucho que ver con ese "refalfie", esa saturación, esa saciedad de la que disfrutamos gracias al avance del hombre en estos últimos doscientos años y que nos han convertido a los pringaos del 2017 en el equivalente de los pijos de hace veinte o treinta años.